Serendípia

Como buscar un juego para mi consola,

toparme con un libro y comenzar un camino sin retorno.

Cambiar balón por palabras, batallas por cementerios de libros.

Goles por Hesse.

O como encontrarme buscándote, y darme cuenta de que dependía

de mí, no de ti, no de nadie.

Guerra de oxímoron

Fue un secreto a voces que al final conocí,

obligándome a ser un buen perdedor, deseándote

suerte antes del silencio atronador.

Yéndote tú a otros besos, yéndome yo

a ningún sitio.

Y luego tiempo que no pasa,

muerto viviente.

Algunas después de ti que me supieron a

cerveza sin alcohol.

Algunas que sí pero no.

Momentos solo rodeado de gente,

momentos de calma, calma tensa.

Un poco de todo.

Alegrías tristes.

Hielo abrasador.

Y de repente, luz en la oscuridad,

derrota que celebro.

Feliz sin ti.

Mejor solo que bien acompañado

Para que no haya daño colateral,

para no cargar con culpas ni remordimientos,

merecidos o no.

Para no tener que animar a nadie, sobre todo

los días que mi ánimo no anime a ello.

Para hacerlo sin pensar, para no ir,

para repetir, para no herir.

Para que nadie aguante mis desastres,

mis dudas, mis miedos.

Nadie, y menos alguien que merezca estar

bien acompañada.

Ahora vuelvo

Acabo de llegar del otro lado, allí

he luchado con monstruos, los creo yo,

pero aun así a veces me asustan.

Aunque ahora sé cómo hacerles desaparecer.

Ahora cuando estoy allí me relajo, me dejo llevar.

A veces incluso disfruto.

Y ellos solos se van, con los miedos e inseguridades.

Y así vuelvo a salir.

Y así nunca salen monstruos fuera, porque ahora

les escucho, les hablo, nos abrazamos y despedimos.

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