Los ojos de la misantropía
Sí, soy yo, los ojos de la misantropía,
oscuridad pestilente
de lágrimas durmientes
que ensombrecen la anarquía.
Sí soy yo, caballero de la muerte,
guerrero en triste suerte
que lucha en la felonía.
Es deshonor común fantasía,
ante la insípida agonía
que un mal destino advierte.
Más por bien que concluía
me animaba en la distancia el poder verte.
¿Quién pensare que algún día
un corcel me abatiría
y lograse hacerme hiriente?
¿Quién pensare que algún día
conociere epifanía
en esta sima estridente?
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Sinergia
La sinergia entre asesinos,
es agua hervida entre sus brazos;
amanecer de sonrisas rotas
que palpa en órganos su ocaso.
¿Agua salada corroes
su piel quemada acaso?
¿Muerte marina, me atraes
hacia desiertos de fracaso?
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Metafísica de la cicatriz
La herida del ser,
aquello que marcan
las olas con sal en la cicatriz,
sin salir la parca.
La herida de poseer,
convertido en lacra,
para una sociedad deshonesta
de lágrima sacra.
Herida de amar,
banal actriz,
mísera pausa…
molesta cicatriz.
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Ojalá, León, seas
Ojalá, León, seas
campo alegre mayor;
en la ciudad opaca, equidistante,
no eres puente de amor.
Ojalá, León, seas
la fuerza imparable
que, en tierras baldías, muestra asombrosa
un afán insondable.
León, vos longeva,
sois quien refrena a la pasión,
quien me subleva.
León, en tu estela,
admito imprudencia de horror,
de hastío en la niebla.
Ojalá, León, seas
paz de inhóspito deceso.
Ojalá, León, seas
ira autóctona de sus besos.
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