YO, SOLO YO

 

Yo, solo yo… con ganas de descubrir el mundo que me esperaba fuera, lleno de infinitas cosas, que ni el nombre de la palabra “cosa” sabría describir por mi propia voz… Todo aquello que me rodeaba eran descubrimientos para una niña que acababa de abrir los ojos, una niña que solo sabía balbucear y sonreír ante tanta luz que había fuera, de lo distinto y diferente a lo que era antes, donde solo había oscuridad en una pequeña burbuja. Gustosa para ella y protectora del calor humano de una madre, ante su corazón que le acompañaba muy cerca… latido tras latido, silencio tras silencio.

 

Mi ser, mi yo, no sabía todavía lo que realmente era todo eso, pero habría que descubrirlo y explorarlo. Descubrir y explorar todo eso con mis propias manos, a esto que llamamos “vida”.

 

Nací el día 14 de mayo del año 1987 en el Hospital General de Albacete, un jueves al medio día. Allí estaba mi madre, una mujer hermosa, fuerte y luchadora, donde contracción tras contracción sumaban aquellos kilómetros que había del pueblo conquense a la ciudad para dar a luz a su primera hija.

 

Empujón tras empujón, salí con fuerza y rabia para comerme el mundo, o simplemente con ganas de empezar y descubrir por qué estoy aquí.

 

Rosa era mi nombre. Enseguida levantaba la cabeza cuando alguien me llamaba. Mis hoyuelos hundían mis mejillas al escuchar el eco de una suave voz que me prestara la más mínima atención. Qué bonito pensar que algo tan pequeño e inofensivo que acaba de venir al mundo sonreía cada vez que me ofrecían una pizca de cariño y amor.

 

 

Atenta, risueña y muy observadora, mi dulce rostro y mi mirada intuitiva eran el espejo del alma, un alma pura e incapaz de revelar lo que sucedía a mi alrededor.

 

 

 

 

 

 

YO, SOLO YO del libro PALABRAS QUE MIS LATIDOS CUENTAN. Y para colmo sin avisar de ROSA MARTÍNEZ MORATALLA Clic para tuitear

AROMA

 

El olor de las cosas me lleva al pasado en un abrir y cerrar de ojos. Los olores me transportan a lo que hice en ese momento, en qué lugar estaba y cómo mi postura corporal se acomodaba en ese mismo instante.

 

Inspiro y mis sentimientos activan mi cerebro al pasado, que hace que reviva infinitas emociones…

 

El olor a leña me lleva al patio de mis abuelos maternos; el olor a pintura me transporta a las habitaciones que mi padre pintaba, limpio, meticuloso y muy manitas. Me encantaba observarlo cómo utilizaba de manera tan sutil la brocha para pintar la escayola, dejaba todo tan limpio y pulcro, que en ese momento me gustaba contemplar su jornal entero en esas cuatro paredes.

 

Respiro, y el olor tan particular de una pastilla de jabón me envuelve de nuevo al pasado, como si estuviera en casa de mi abuela paterna; al igual que aquel gel oscuro cuando lo vuelco en mis manos y empiezo a frotar mi piel, sumergiéndome en la casa de mis tíos paternos en un abrir y cerrar de ojos; sin olvidar el olor del suavizante de ropa limpia, donde viajo a la costa alicantina de mi tía materna, donde veraneaba año tras año en aquellos años 90.

 

Hay olores que actualmente siguen marcando mi vida, sobre algo que tuve o lo que en ese mismo momento fui. Sensaciones que te hacen perder los estribos, como un jinete cabalgando en su caballo, disfrutando solo de lo divertido que había sido el ruedo. Y yo, respiraré para perder los estribos de ambos pies cuando aquel aroma acorrale mi cuello.

 

 

 

El aroma dice más que mis ojos.

 

Y mis ojos brillan al respiro,

 

de un dulce aroma.

 

AROMA del libro PALABRAS QUE MIS LATIDOS CUENTAN. Y para colmo sin avisar de ROSA MARTÍNEZ MORATALLA Clic para tuitear

 

 

Y PARA COLMO SIN AVISAR

 

Un día para otro todo cambió, me arrancaron de mi hábitat y para colmo sin avisar.

 

Me arrebataron de mi hogar, desgarrando el llanto de mi querida abuela e ignorando que cuando te marchas de algún lugar, tienes que despedirte siempre y aquello que me enseñaron nunca lo pude aplicar. Desde ese instante todo en mí se volvió pequeño, oscuro y desconocido.

 

Nunca he podido atravesar aquel episodio, parecía como si me hubiera quedado enganchada en un cepo del que nunca pude salir. Ese dispositivo hizo que se paralizaran mis sentidos, mi cuerpo e incluso mi voz, dejando una herida abierta en lo más profundo de mi corazón.

 

 

 

Ahí estaba mi sonrisa,

cubriendo hasta mi piel más seca,

embalsando de nuevo la herida,

que en aquel entonces dejé abierta.

 

La tinta escupe por mi boca,

escribiendo a chorros las esquinas,

fraseo mis palabras con derrota,

la pluma es mi única medicina.

 

 

 

Y PARA COLMO SIN AVISAR del libro PALABRAS QUE MIS LATIDOS CUENTAN. Y para colmo sin avisar de ROSA MARTÍNEZ MORATALLA Clic para tuitear

MI PRIMERA SENSACIÓN DE SOLEDAD

 

Miedo a alejarme de mis amigos, o a temer que me olvidaran. Estaba en una etapa de cambios, donde mi niñez seguía en mis planes y mi adolescencia brotaba de un protagonismo más seguro, pero una desgracia emocional abasteció mi confianza quitándome lo más querido, mi abuela, mi entorno, mis amigos y todas mis seguridades como un pájaro en pleno vuelo.

 

Mi soledad cayó en un pozo sin fondo. Y en un soplo sentí aquello que llamaban soledad. ¿Y sabes cuándo lo sentí? Cuando vi que mi propia sombra no estaba conmigo.

 

No quería vivir en una casa con gente desconocida, no quería conocer a nadie en otro colegio, quería desaparecer por momentos, incluso odiaba escuchar mi propia voz. Porque una cosa era separarme de mi hogar y mi dominio, pero otra cosa era que a mi hermana y a mí nos separaran, poniéndonos en colegios distintos.

 

 

 

 

 

Sentí en ese momento como si me dispararan

con un revolver directo al corazón,

que me hizo llorar nada más escuchar el gatillo.

 

MI PRIMERA SENSACIÓN DE SOLEDAD del libro PALABRAS QUE MIS LATIDOS CUENTAN. Y para colmo sin avisar de ROSA MARTÍNEZ MORATALLA Clic para tuitear