Poesía del libro LOS FRUTOS DEL ÁRBOL SECO de R. MARTÍN DIEZ DE PONGA. El escritor nos da una muestra tras publicar un libro.
Poesía del libro LOS FRUTOS DEL ÁRBOL SECO de R. MARTÍN DIEZ DE PONGA El poeta nos da una muestra tras publicar un libro.
Poesía del libro LOS FRUTOS DEL ÁRBOL SECO de R. MARTÍN DIEZ DE PONGA El autor nos da una muestra tras publicar un libro.
Poesía del libro LOS FRUTOS DEL ÁRBOL SECO de R. MARTÍN DIEZ DE PONGA El autor nos da una muestra tras publicar un libro.
Poesía del libro LOS FRUTOS DEL ÁRBOL SECO de R. MARTÍN DIEZ DE PONGA El autor nos da una muestra tras publicar un libro.
A LO LARGO DE MI SOMBRA
A lo largo de mi sombra,
que un Sol cayente tras mi espalda
proyecta sobre el suelo,
hay un charco rebosante
del agua vomitada por la tormenta
que dejó rota la tarde.
Un pequeño montoncito de hojas,
arrancadas de sus ramas:
pronta muerte
sin verse marchitadas,
al aliento de Eolo sucumbieron
y sin piedad alguna,
fueron derribadas.
También cruza mi sombra
a pleno vuelo,
una pequeña y colorida mariposa,
convertida en bella bailarina,
diseña cabriolas
que la juntan con el suelo,
y un instante después parecen elevarla
hasta el cielo.
Ahora mi sombra
se proyecta aún más larga,
se vuelve tenue y difusa
y empieza a diluirse en este suelo:
la noche despierta de su siesta,
para comenzar a teñir
de profundo negro el cielo.
Parece que las estrellas,
se convirtieran en luciérnagas tenuemente,
esparcidos tintineos
que abarcan el espacio,
que impregnan de belleza
el manto oscuro.
Yo las miro fijamente,
las lanzo un beso
de mis labios
y siento mi corazón
ahora más puro.
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LOS FRUTOS DEL ÁRBOL SECO
Los frutos del árbol seco,
esparcieron la desolación
sobre el suelo en que cayeron;
se pudrió el fruto
sobre la hierba,
se pudrió la hierba
sobre la tierra,
se pudrió la tierra hasta lo profundo;
se quemó cada raíz
con el veneno putrefacto
que encerraba cada semilla,
y la seca muerte
se propagó por el tronco hasta las ramas,
alcanzando a destruir
el verde color de cada hoja,
retorciéndolas en la danza macabra
que las convirtió en pocos días
en el ocre y yermo polvo,
sobre el polvo inerte
de esa tierra oscura,
incapaz como es de amamantarse
con el barro en que la convierte,
al batirla en su caída
el agua de lluvia.
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CAEN COMO LA ESCARCHA
Emboscados
en las esquinas más traidoras
que construyen el destino,
esperan su momento helador
los mantos trágicos y oscuros.
Caen como la escarcha en la noche
sobre nuestro sol de rayos limitados;
humedecen y apagan el tenue brillo
que habita en cada uno y su mirada.
El alma sobre el pecho confiada
recibe como un rayo la zozobra;
el castillo de naipes y de halagos
que soñamos construir
con las cartas de los días venideros,
explota convertido en metralla,
hiriendo de muerte nuestra fe,
enterrando entre cascotes
la esperanza.
La puerta de lo oscuro irracional
queda a más oscuridad abierta,
y por mucho que se mira más allá,
solo el brillo negro de la noche
rebosa de nuestros ojos
las compuertas.
El negro manto cubre ya
el espacio donde habita
nuestro anhelo;
caminamos entre brasas del infierno
pisando los trozos inservibles
en que se rompió lo que hasta hace poco
era nuestro cielo.
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