Capítulo III: Campanas de soledad

Abocado al abismo

su rumbo de suerte,

pasos guiados

por aroma de muerte.

Destronado destino

por grito sombrío.

Sueltan sus manos jamás y por siempre.

Tañen campanas

al son de tristeza,

naufragio del alma

se esfuma su esencia.

Llanto punzante

de noches en vela,

se viste de duelo y reniega de ausencia.

Infausto lance

de vida es traición,

añicos de sueños

quebrado hilo de voz.

Deriva eterna

de ronco corazón,

condenado por siempre a vivir sin su sol.

Alarido a la nada

entraña desgarrada,

abanico de huesos

tornado veleta varada.

Hierve en cicatrices

arranca sus venas,

lágrimas de sangre que anhelan que vuelva.

Aguacero que fluye

atrapado en silencio,

se olvida del aire

corazón por recuerdo.

Nunca es la hora

siempre a destiempo,

sucumbe su alma a las llamas del infierno.

Capítulo VI: La voz del dolor

Encuentra en recuerdo

caricia de cálido beso.

Tararea en sonrisas

melodías carentes de rimas.

Taconeo de halos

que arrastran mareas,

será eternamente su guardiana de estrellas.

Corta garganta

de sol tempranero.

La bruma responde,

se quita el sombrero.

Cubre la noche

Relente embarrado,

contempla impasible

en las flores su ocaso.

Brújula al viento

de aguja sin nortes,

campos ya yermos

anhelan el brote.

Susurro de lluvia

que calma galerna,

por siempre rendido al cantar de sus piernas.

Engalana su alma

bañada en recuerdo.

Respira el aroma

que embriaga su cuerpo.

Desgastados labios, siempre sedientos.

Aguarda impaciente ansiado reencuentro.

Inviernos marchitos

abundan en lodo,

telarañas gotean

sudores de otoño.

Costurero rendido

a hilvanar primaveras.

Veranos tan fríos agonizan la espera.

Alforjas vacías

vigilan pasado,

casi no aprieta grillete oxidado.

Heridas que sangran

corroídas las venas,

la vida exige ser digno de ella.

Baldías tormentas

cristales de niebla,

ahogados los vientos

reclaman su esencia.

Se aferra a las llamas

que incendian el tiempo,

resurge de ruinas aullar de su aliento.

Capítulo X: Sonata de luces

Anhelado reencuentro

susurro aletargado,

reclamo de unos labios

desgastados por el tiempo.

Sedientos son sus pasos

etéreo el momento,

enlace de sus almas reiterado en sus sueños.

Trenzadas las venas

dibujan rojos lazos,

sueños de invierno

desembocan en verano.

Cantar de primaveras

arrullan a sus soles,

luna quebrada

cicatrizando sus rincones.

La reina de sus noches

guardiana de su tiempo,

custodia de unos besos

bañados en silencio.

Flores sin espinas

extienden ya sus alas,

destierra lamento

salvadora de su alma.

Candentes los versos

que cuentan su historia,

el cantar de su gesta

travesía de memoria.

Vuelve mirada

libertad desbocada,

corazones aletean respirando de alboradas.

Trovador de memoria

paliar de su ausencia,

una eternidad

para desterrar la condena.

Relojes de arena

carentes de rumbo.

Instante perenne para estar siempre juntos.

Comprar el libro