Leganés 1953. No he escrito ni a mis padres cuando estaba en la mili, tampoco he plantado ningún árbol. Estoy en la curva descendente, con más pasado que futuro pero no diré, como dice el poeta, “decir he conocido es decir algo ha muerto”. Me gané el salario (que no la vida) con el sudor de mi frente —maldita maldición divina—. Hay una letra flamenca referente: “Fui piedra y perdí mi centro/ y me arrojaron al mar/ a fuerza de mucho tiempo/ mi centro vine a encontrar.
JAIRO AGANZO GONZÁLEZ (1979)
Nací en Bogotá, crecí en Getafe y voy madurando en Madrid. Ya me gustaba dibujar y leer cuando descubrí la escritura, quise cerrar el círculo tocando y cantando. Desde entonces giro de forma cíclica sobre estas artes sin ser ducho en ninguna de ellas. Estudié Historia del Arte para crecer y entender parte del mundo que me rodea y viajo para ir componiendo nuevos universos. He querido enseñar lo aprendido y por eso he sido educador en museos y guía en Madrid. Hoy soy profesor en un instituto de enseñanza pública. Mañana no lo sé.
ANDRÉS AGANZO TORIBIO (1946)
Licenciado en Sociología. Especialidad Psicología Social. Universidad de Salamanca. Profesión que le lleva a realizar y publicar informes sobre la realidad social y la desigualdad. Publica de manera colectiva: Escuelas Campesinas,Campos de juego de la Ciudadanía,Las migraciones a lo claro y Trabajadores Precarios. Y con Ediciones HOAC en 2003 publicó El Proletariado del Siglo XXI. Años más tarde (2010) realiza un Doctorado en Educación en la especialidad Mediación Pedagógica con la tesis “Racionalidad, Rebelión y Poesía” Universidad de La Salle, donde la educación tiene una función clave en la creación de sensibilidad social y creatividad, más allá de la lógica formal.
Porque queremos contar lo que nos ha pasado durante este proceso de confinamiento y esta es la mejor forma de hacerlo.
Lo que empezó como una anécdota se acabó convirtiendo en un divertido juego, en un reto, en una vía de escape, un fantástico viaje... Nada más confinarnos, Andrés manda unos poemas sobre la situación que estamos viviendo a Jairo (su hijo) y este le responde con más poemas. Así empieza una relación epistolar que va contando el sentimiento de cada uno a cada momento del confinamiento. Todo fluye en el encierro y a medida que pasan los días entienden que ese juego inicial se está convirtiendo en un diario en forma de poemario que crece y crece. Es así que Andrés comenta con su hermano Antonio el juego poético y este se anima a participar en el reto. Desde ese momento los tres se intercambian emociones, sensaciones, estados de ánimo con un leitmotiv claro que recorre los escritos que es el estado de alarma y en segundo plano el lazo familiar.
El poemario se estructura en dos bloques en función de cómo cambiaban los sentimientos. El primero trata sobre el encierro y el segundo son los días de fase 0 (en Madrid).