HOY

Hoy siento el dolor de la impotencia,

la rabia desmedida por la realidad implacable

que me niega tu imagen, tu presencia.

Hoy desperté con la ilusión de mil niños

con juguete nuevo y se volvió de repente

tristeza desmedida antes de salir el sol.

Hoy maldigo el teléfono y sus mensajes,

esas palabras alfileres que se clavan

en las costuras de la esperanza agujereada

por la innegable verdad de un nuevo abandono.

Hoy vuelvo a ser un juguete en manos del destino.

Hoy vuelvo a sufrir el duro dolor de no verte,

de no poder hablar a esos ojos que comprenden,

de no poder tocar ese cuerpo que vibra y se estremece

ante la caricia cálida de mis manos,

de no poder recibir tus besos, bálsamo de mis heridas.

Hoy vuelvo a tener el cruel destino

de tu AUSENCIA.

NO SÉ…

No sé por qué, llamada tras llamada,

sólo recibo el eco del timbre de la soledad dormida.

No sé por qué, mensaje tras mensaje,

tan sólo encuentro el vacío extremo que me asfixia.

No sé por qué la ola, una y otra vez,

en persistencia cruel, viene a morir en la arena.

No sé por qué el viento dobla mil veces

la rama que a su paso cede sin dañarse.

No sé por qué, viento y ola, mi corazón

no renuncia a un imposible pregonado

de continuo por mi razón.

No sé por qué… pero insisto una y otra vez

en TI.

No sé…

A VECES

A veces dos gotas de agua bastan

para saciar un árido desierto.

Dos gotas de rocío despiertan

la belleza dormida de la flor.

A veces dos calles se cruzan

en la otra esquina de la vida,

abriendo caminos impensados.

Dos estrellas fugaces iluminan

todo un universo presentido.

A veces, dos palabras, cariño mío,

dos palabras, a veces…

DESPERTAR

Cada mañana te asomas al espejo

y ves la sombra de ese rostro,

sombra de un yo desconocido,

surcado de arrugas, signos

de mil batallas contra el tiempo.

Y ese rostro te mira y te pregunta

cómo pueden dos vidas paralelas

discurrir al infinito sin encuentro;

cargar con la maleta de recuerdos,

andrajos sobre la piel del alma.

Otra sombra, de otro rostro intuido,

aparece en la superficie cristalina.

No hacen falta palabras para entender

lo que la mirada de sus ojos te dicen:

“Quedan días…, tenemos tiempo…”.

Pero tú sabes que la cascada

del reloj de arena no se detiene.

Y desde la otra puerta de la vida

un surco profundo se marca

en las entrañas de tu piel,

arruga dolorida de ausencia.

ESPERANZA

Vuelta tras vuelta en el gélido lecho,

sólo encuentro el vacío profundo

de tu ausencia desmedida.

Siento el lento, hiriente desgranar

de los minutos-agujas que se clavan

en mi esperanza agujereada

por tu no realidad.

Llega la mañana intensa

y en el tálamo las arrugas

delatan tu no presencia.

¿Cuándo, por fin, el “No” será “Sí”?

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