Poesía del libro LOS HIJOS DE LA MAR de AGUSTÍN HERRERA REDONDO. El escritor nos da una muestra tras publicar un libro.
Poesía del libro LOS HIJOS DE LA MAR de AGUSTÍN HERRERA REDONDO El poeta nos da una muestra tras publicar un libro.
Poesía del libro LOS HIJOS DE LA MAR de AGUSTÍN HERRERA REDONDO El autor nos da una muestra tras publicar un libro.
Poesía del libro LOS HIJOS DE LA MAR de AGUSTÍN HERRERA REDONDO El autor nos da una muestra tras publicar un libro.
Poesía del libro LOS HIJOS DE LA MAR de AGUSTÍN HERRERA REDONDO El autor nos da una muestra tras publicar un libro.
EL PLACER DE LO INCIERTO
Colgado de un hilo… Como la araña
que ha tejido laboriosa y resignada
lo que el viento y la lluvia una mañana
borrarán entre las ramas del sarmiento.
Hoy en esta ciudad al norte,
mañana en otra al occidente.
En esta nueva casa, en estas ruinas,
en este nuevo clima de lluvias y de brumas,
en estas alamedas de soles y de lunas,
en estos plácidos jardines con sus fuentes.
Frente al precipicio suspiro y sueño,
en la playa borrascosa alargo mi mirada al horizonte,
sacio mi sed en las fuentes escondidas,
me alimento con el pan de los hambrientos.
No encuentro el camino de la huida
ni el lugar donde esconder pudiera;
no me queda otra salida que aceptar mi destino:
el del ratón que va escapando de las garras de la fiera.
Y el alma se estremece a cada instante,
teme, goza y enloquece abrazada al vacío.
¡El aire siempre limpio, siempre puro!
Más allá de los montes, los mares y los ríos.
En la noche estrellada, bajo el sol y el frío.
Delante de mis ojos todos los caminos.
El placer de lo inalcanzable, de lo incierto.
EL PLACER DE LO INCIERTO del libro LOS HIJOS DE LA MAR de AGUSTÍN HERRERA REDONDO Share on X
UNA MAÑANA
Cuando la aurora tímidamente
penetra por las rendijas de tu ventana
y la penumbra se resiste a rasgar su manto;
se oyen, aún lejanos,
los primeros trinos de los pájaros
y la niebla se arrastra por el patio.
No vuelvas a ocultarte en tu cálida cobija,
deja salir el aire viciado que te embarga,
deja escapar la angustia que envenena tu alma.
Sal fuera aunque tengas el estómago vacío,
aunque tengas el alma vacía,
aunque los primeros rayos del sol te ofendan.
El aire diáfano de la mañana
ahuyentará tus monstruos.
La clara luz del nuevo día
borrará tus traslúcidas sombras
y caminarás junto a ellos,
a los que no conoces,
a los que no recuerdas.
Sin apenas darte cuenta,
compartirás su destino,
como amigos que no te abandonan.
.
UNA MAÑANA del libro LOS HIJOS DE LA MAR de AGUSTÍN HERRERA REDONDO Share on X
HOY HA SIDO UN GRAN DÍA
Hoy he visto caer de un 5º piso
a un hombre orondo, pulcro y afeitado.
Unos dicen que es un banquero
otros que un concejal o un diputado.
A fin de cuentas, un ser humano.
En la oficina de empleo
me ha dicho una amable señorita
que ya no me pertenece el paro,
tan atenta, tan encantadora su sonrisa,
que me he sentido afortunado,
porque me ha tratado dignamente.
A fin de cuentas, como a un ser humano.
Mi colega me ha invitado
a una botella de vino (Rioja, gran reserva)
que ha tomado prestada de un supermercado.
Mi colega es un gran tipo
todo lo que tiene lo comparte.
A fin de cuentas, es un gran ser humano.
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DESENCUENTRO
Te amaba lo sé. Pero ya no sé si te amo.
Era mi amor un sentimiento tan seguro
que lo fui dejando lentamente adormecido.
Era mi amor un sentimiento tan maduro
que fue muriendo entre las brumas del olvido.
Y el cariño, que yo creí sereno,
dejó a la pasión tan olvidada
que cuando se apagó el fuego en que se sustentaba
invadió la eterna noche la gélida morada;
y entre los dos sentados frente a frente,
en la oscura bóveda del silencio,
pasaron ráfagas calladas de amargura y desaliento,
mientras, taimado e inexorable, entre nosotros
se instala para siempre el desencuentro.
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PRESENCIA
Sólo en la soledad te siento,
sólo en la soledad noto tu aliento
y escucho el rumor de tus vestidos
cuando te sientas a mi lado en el silencio,
y rozas con tus labios mis húmedas mejillas,
y la levedad de tus manos se posan en mi cuerpo.
Cada noche, interminable y quieta,
la estancia en penumbra, desnuda y fría,
se llena con el vaho de tu presencia.
Y si cuando estabas a mi lado
eras el torbellino de mi vida;
ahora, en mi soledad amada
eres la paz desde tu ausencia.
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