BAILES NOCTURNOS

Su corazón pedía a gritos un aire más puro,

un aire más denso,

para bailar así ese tango con la muerte

que estaba pendiente desde hacía tiempo;

y en su infinito desenfreno,

el corazón acalorado

y alocado, tropezó con el ritmo,

llevándose al aire que el tiempo llevaba consigo.

Y dícese la paradoja,

que la muerte tropezó en su giro más certero.

INJURAMENTO

Quién pudiera jurar que nunca miente,

que nunca ha caído en el más rastrero de los pecados,

y pudiera jurarlo sin caer en la tentación de caer,

sería sin duda, la persona más desdichada, pues,

para algo tan puro sería imposible mirar a Dios a la cara

sin que un valle de lágrimas le surcaran el rostro.

Por la enfermedad, diría, por el hambre,

por las guerras, por la muerte, susurraría.

Y los cuatro jinetes girarían la cara

con el rostro atormentado en vergüenza.

Si tú lo encuentras, pecador,

no le enseñes el calor de las mentiras,

ni la cara mala de la moneda, no.

Esclavízalo en el más sereno de los paraísos,

y cuídalo y quiérelo, y entonces, serás su Dios.

ESTRELLAS

Somos el polvo superviviente de una estrella lejana que dejó de brillar.

Su fuego, a veces, aparece en nuestros ojos cuando estos se nublan de placer y furia.

Somos la llama viva de una cerilla que se consume sobre sí misma hasta hacerse ceniza,

y la ceniza polvo, y el polvo estrella.

PECADOS

Me llamaron necia las palabras

que se desvanecían en la niebla de una calle sin farolas,

porque mis susurros eran para un futuro sin dueño

que dormía libre en un columpio empujado por golondrinas,

que a su vez volaban al son de los hilos de un gran titiritero

que no cobraba por sus espectáculos, porque ya nadie iba,

porque nadie lo aclamaba.

Y el destino se quitó el sombrero, en medio de la niebla,

para responderme: no existo.

Y las estrellas amanecieron muertas en la lluvia del alba

porque ya no eran fugaces.

Y Satán las adoptó bajo su techo, y las llamó tentaciones.

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