PEDRO CARBAJAL GARCÍAPEDRO CARBAJAL GARCÍA
HOGAR DE NINFASHOGAR DE NINFAS
GRUPO EDITORIAL PÉREZ-AYALAEditorial Poesía eres tú

SEMBLANZA DE PEDRO CARBAJAL GARCÍA

El Jurista que Descubrió la Poesía del Instante

En los paisajes brumosos de El Gumio, pequeña aldea de Boal en Asturias, nació en 1961 un niño que habría de convertirse, décadas más tarde, en el cronista poético de esos mismos bosques de abedules y robles centenarios que mecieron su infancia. Pedro Carbajal García emprendió un camino que parecía alejarlo de las letras: se formó como jurista, ejerció como funcionario, estableció su residencia en el Bilbao industrial. Sin embargo, como esos arroyos asturianos que siempre encuentran su cauce hacia el mar, la vocación poética que llevaba dentro terminó por abrirse paso hasta cristalizar, a los 64 años, en su primera obra: “Hogar de Ninfas”.

La trayectoria de Carbajal García encarna una verdad que el mundo contemporáneo parece haber olvidado: que la poesía no es privilegio de juventudes bohemias sino fruto de la madurez contemplativa. Durante décadas, mientras cumplía con las exigencias de expedientes y códigos legales, este hombre tranquilo cultivaba en silencio una sensibilidad que absorbía cada textura de corteza, cada eco de relincho, cada matiz del cierzo áspero que barre las montañas de su tierra natal.

Su formación jurídica, lejos de entorpecer su expresión poética, le proporcionó dos virtudes esenciales: la precisión en el uso de las palabras y la economía verbal que caracteriza al haiku. Como si los años dedicados a la redacción de escritos judiciales hubiesen sido un entrenamiento secreto para la disciplina más exigente de la poesía: decir lo esencial en el menor número de sílabas posible.

El encuentro de Carbajal García con el haiku japonés no fue casualidad sino reconocimiento. En esa forma poética que condensa la eternidad en diecisiete sílabas, encontró el vehículo perfecto para su temperamento contemplativo y su necesidad de capturar los instantes de revelación que la naturaleza asturiana le había regalado durante toda una vida de observación atenta. Pero su mérito no radica en imitar la tradición oriental sino en adaptarla, con respeto y audacia, a la sensibilidad y el paisaje ibéricos.

“Hogar de Ninfas” revela a un poeta maduro que ha aprendido a mirar. Sus cincuenta haikus funcionan como un calendario emocional que recorre las estaciones no solo del año natural sino del alma contemplativa. Desde “Es piel de abedul, / velo de terciopelo, / silencio en pie” hasta “La fina niebla / opacó su cerebro. / Se hizo niña”, el lector asiste a un viaje que transforma la percepción cotidiana en experiencia poética.

Lo que distingue a este autor novel de otros cultores del haiku es su capacidad para universalizar lo local sin perder especificidad. Sus asturcones negros, sus robles heridos, sus arroyos habitados de juncos no son postales nostálgicas sino ventanas abiertas a experiencias universales de contemplación y asombro. En un mundo acelerado por la tecnología y el ruido mediático, Carbajal García propone la resistencia poética de la pausa, del silencio fecundo, de la atención sostenida.

Su biografía personal testimonia que no hay edad para los debuts literarios cuando existe verdadera necesidad expresiva. A los 64 años, este funcionario jubilado se convierte en la voz de una poesía que invita a recuperar ritmos perdidos: los de la contemplación, los de la conexión auténtica con el mundo natural, los del asombro infantil ante el misterio cotidiano.

Pedro Carbajal García representa una generación que vivió la transformación de España rural en España urbana pero conservó la memoria sensorial de los paisajes originarios. Su obra funciona como puente entre dos mundos: el de la tradición contemplativa y el de las necesidades espirituales contemporáneas. En sus haikus, el lector no encuentra erudición exhibicionista sino sabiduría destilada, no artificio retórico sino experiencia auténtica convertida en palabra precisa.

“Hogar de Ninfas” marca no solo el debut de un poeta sino la confirmación de que la literatura sigue siendo refugio y resistencia, laboratorio perceptivo y escuela de atención. Pedro Carbajal García nos enseña que escribir puede ser, también, una forma de escuchar: escuchar el susurro de la encina que alberga ninfas invisibles, escuchar el eco silente del álamo que se quiebra, escuchar la voz de un mundo natural que espera, paciente, a que alguien se detenga el tiempo suficiente para convertir su belleza efímera en palabra perenne.

En una época que privilegia la novedad sobre la profundidad, este poeta del instante nos recuerda que las mejores revelaciones llegan a quienes saben esperar, observar y, finalmente, nombrar con precisión el misterio que habita en lo aparentemente ordinario.

 

 

 

PEDRO CARBAJAL GARCÍA. Escritor, poeta. Compartir en X