PECAS
365 días sin ti.
Sin tu olor, sin tus abrazos ni tus sonrisas.
Te extraño.
Extraño desde cada una de tus pecas hasta el ruido de tu moto.
En este periodo de tiempo he aprendido a vivir sin una parte de mí, sin una vela en la familia; a llorar por la gente que merece la pena.
He llorado por ti pero a la vez he reído recordando momentos.
He echado de menos, qué sensación tan rara y a la vez tan común; siento que algo me falta, algo que me completaba pero ese algo quizás sea alguien, alguien que ya no está, alguien que quizás fuese la mayor de mis sonrisas cuando ni me daba cuenta.
Pasan los días y me voy dando cuenta de la falta que me haces, de que hay días que me recuerdan especialmente a él.
Nada me puede, nada me derrumba.
La vida está construida a base de palos, palos que nos hacen aprender, madurar e incluso cambiar.
Palos que nos hacen más fuertes y a la vez más inmunes al dolor.
Dicen que las cosas pasan por algo, pero yo no consigo encontrar el porqué de todo esto, ni lo encontraré.
Va pasando el tiempo, a mi parecer cada vez más rápido.
PECAS del libro REFLEJOS de PAULINA RODRÍGUEZ GONZÁLEZ Share on X
AFICIÓN COMPARTIDA
Compartir afición contigo, heredar tus dotes, sentirme tú por unos instantes.
Sentirme libre escribiendo, sentirme contigo, a tu lado.
Hoy te he visitado, hoy te he leído como tantas veces lo he hecho antes.
Van pasando años y todavía me parece que estás aquí, escucharte, casi hablarte, todavía parece que me estas cuidando y sé que lo haces, pero desde la distancia.
Tú escribías a tus musas y para mí tú eres una de mis musas.
Esas musas te transmitían, te hacían sentir, te hacían ser tú mismo al igual que tú me haces ser yo misma, más libre, me haces sentir.
He de confesar que nuestro último encuentro, la última vez que nos vimos, ese lugar se convirtió en una pesadilla tras tu pérdida y ahora es mi mayor cobijo, mi oasis de tranquilidad.
Al principio me daba miedo hablar de ti, me daba miedo escribirte, me daba miedo olvidar cómo eras, simplemente no estaba preparada para escribirte ni hablar sobre ti, con el tiempo lo he ido haciendo, han ido desapareciendo esas sensaciones y obviamente no olvido tu rostro ni tu forma de ser, me alegra ser tu prima.
Aquí estoy, hablando contigo de la manera que más nos gustaba a los dos, escribiendo y leyendo, emisor y receptor.
Te has convertido en mi ángel de la suerte, o como diría Rafael Alberti, en mi ángel superviviente.
AFICIÓN COMPARTIDA del libro REFLEJOS de PAULINA RODRÍGUEZ GONZÁLEZ Share on X
UNA VIDA MÁS
Anoche soñé contigo.
Soñé que llegabas y me abrazabas.
Soñé que te pedía un segundo más, una vida más para estar contigo.
Soñé como tantas noches con tu perfume, con tu sonrisa.
Soñé que volvías a nacer y que yo nacía contigo.
Nacíamos juntas prometiéndonos una nueva vida.
Una nueva vida para las dos.
Queriéndonos como madre e hija y odiándonos como Tom y Jerry.
Cada sueño es una ilusión.
La ilusión de verte y hablar contigo.
De acariciarte.
Abrazarte.
Besarte.
Compartir cada momento de la mano ya sea bueno o malo.
Seguimos compartiendo momentos, pero en la distancia.
Esa gran distancia que nos separa.
Siempre pensaré que haberte conocido.
Haberte tenido como madre, como ejemplo a seguir ha sido el mayor regalo que me ha dado la vida.
Heredé parte de tu físico y gran parte de tu personalidad.
Necesito que me cuides como llevas haciendo durante diecisiete años.
Qué difícil es echarte de menos y no poder decírtelo.
Crezco y cada vez me haces más falta.
UNA VIDA MÁS del libro REFLEJOS de PAULINA RODRÍGUEZ GONZÁLEZ Share on X
REFLEJOS
Tu genio, tu rostro, tus recuerdos.
Me reflejo en una parte de tu viva imagen.
Digo una parte porque para mí sigues viva por completo.
Me saltaré el pelo ya que no es para nada igual.
Una enamorada del pelo corto, la otra odiándolo.
Iré directamente a tu cara.
Mismas cejas, con remolinos.
Ojos similares, claros, de tono verdoso.
Pestañas largas, las tuyas oscuras y las mías rubias.
Nariz similar.
Ambas con labios finos.
Tú con la piel tan morena. Yo, tan blanca y pálida.
Estatura similar, bajita.
Brazos delgados, muñecas pequeñas y mano fina con dedos largos.
Tú con caderas. Yo, intermedia.
Piernas cortas y pies diminutos.
Tu espalda tan lisa y morena, la mía tan blanca y contigo grabada en ella.
Ambas habilidosas, pacientes.
Te caracterizabas por tu bondad, tu generosidad, tu simpatía y te aseguro que hablan maravillas de ti.
Siempre tan risueñas, siempre con una sonrisa, esa que a ti te hacía tan especial y te sentaba tan bien.
Calmada con un toque de locura.
Yo, enamorada de ti y tú desviviéndote por mí,
por mi felicidad.
Corazón bueno, pero con carácter oculto.
Necesitaba exprimirme, plasmarte.
Me encargaré de ser tu reflejo.
Eres la musa ideal para cualquier escritor, pintor o fotógrafo mientras que a mí en cada línea me haces dar un salto al Petrarquismo convirtiéndote en la Donna angelicata.
REFLEJOS del libro REFLEJOS de PAULINA RODRÍGUEZ GONZÁLEZ Share on X