I.
Te prometí, mamá, que siempre serías la primera.
Recuerdo muy bien
caminar obligada con vestidos
y a mis hermanas, repeinadas, con esos zapatitos
aquellos domingos en los que no pensé.
Dejaste, mamá —lo siento—
verse mi juicio negado
por prejuicios y falsos deber.
Te enfadas, mamá —lo siento—
ciega lo haces muy bien
y no entiendes que no rece
mas, ¿has rezado tú, mamá, alguna vez?
Murió él.
Y le imploré a tu dios a gritos el porqué
y me dejó sola, ni explicación me dio
me dejó tan sola que ni buscándome me hallé
y me quemaba el aliento
y entendí a aquel que lloró a Ramón Sijé
y comprendí, tumbada en la cama llorando de pena
lo triste, mamá,
lo triste que está uno siempre cuando reza.
I del libro LA VOZ DE NELA. 36 Saltos de fe de MARY AGUARÓN Compartir en X
IV.
En la fila del super con dos copas de vino
delante un hombre con una chupa y vaqueros
las nueve: corriendo a mi cena yo estaba feliz,
las copas baratas
solamente dos euros.
Pensé en aquel hombre manco que estaba en la puerta
jodido de frío y pidiendo dinero.
¿A dónde vas, tú? Me preguntó una voz… muy adentro
¿A tomar un buen vino a salud de aquel manco en el suelo?
Los ojos se me llenaron de un líquido que ardía,
directa fui a por pan y algún embutido bueno.
Con metal en la boca me acerqué a la cinta
y pagué cabizbaja mis cuatro euros y medio.
Me acerqué al caballero, apenas sin mirarle
y le di el pan y la carne al tullido del suelo.
“Gracias, muchas gracias”
¡enhorabuena! Hizo usted algo bueno.
Con mis dos copas de vino, mi aniversario esperando
y caminando hacia mi casa, el hombre ya como un espectro.
“Gracias, muchas gracias”
¡enhorabuena! Hizo usted algo bueno.
Vagamente me permití una lágrima, pero lloré
ahogada por la gratitud del remordimiento.
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IV del libro LA VOZ DE NELA. 36 Saltos de fe de MARY AGUARÓN Compartir en X
XI.
Hoy quería decirte algo importante:
No me voy a ir, eso de antemano,
al sol miré aquel día y me miró él, como un hermano,
le supliqué que te quedases sano y fuerte de mi mano
porque yo le pagaría, yo le haría cualquier pago:
le envolvería el néctar de mis ojos en un paño,
la sangre de mis venas la enlataría en un tarro
y cuando nada hubiese que ofrecerle,
bajaría arriba, subiría abajo,
escalaría los montes que existen más altos,
inundaría los mares con un solo llanto
y quemaría los fuegos y tocaría lo abstracto
y cuando nada me quedase, volvería a suplicarlo.
Pero si yo me fuese
aunque permíteme dudarlo,
nunca temas los gritos, aunque griten muy alto,
tápales los oídos, la boca, ¡Y qué griten en vano!
¡Qué te admiren las espaldas!, ¡Qué quieran pisar tus pasos!
Y no dejes que nadie te mire
sin comprender el valor de tu abrazo.
Pero si yo me fuese,
aunque permíteme dudarlo,
serás siempre el elogio más bonito pronunciado,
el compás nunca mejor tocado,
el secreto nunca mejor guardado.
Pero si aún no es suficiente,
yo vuelvo a suplicarlo.
XI del libro LA VOZ DE NELA. 36 Saltos de fe de MARY AGUARÓN Compartir en X
XXVII.
Cuando empieza un te quiero en la virtud del amor
muere al instante consumido al mismo tiempo.
Cuando empieza un te quiero después de un beso
después de un regalo, después de una sonrisa
después del amanecer en la eternidad de un sueño
después de la magia de un abrazo sincero.
Cuando empieza un te quiero en la virtud del amor
muere al instante consumido al mismo tiempo.
Cuando empieza un te quiero
es si no en la benevolencia de la pasión
acompañando un ensordecedor silencio
una declaración dudosa de intenciones
un recuerdo de plenitud, una cuerda celosa
un pasaje hacia el sexo
un ánimo hipócrita de sentirse acompañado y pleno.
Cuando empieza un te quiero tras una sonrisa automática
muere al instante y acaba desapareciendo.
Tú,
no me digas que me quieres si no te quema el pecho,
no me digas que me quieres si no lloras a la luna
porque no puedes bajármela, aunque sepas que no la quiero,
si no te duele quererme, si no te amargan las ganas.
Si te cegarías por verme
si gritarías aun cuando callas.
No me digas te quiero.
No me digas te quiero si me besas al encontrarme con ansia,
no me digas te quiero si me abrazas de noche,
no me digas te quiero si solo me abrazas,
si solo me besas, si solo me amas.
Si tan solo me amas no me digas te quiero
que a mí no me falta.
El amor, como el que yo te tengo,
no es cuando empieza si no cuando acaba.
Mi te quiero termina cuando ya me he muerto de ganas
y te lo doy envuelto en un paño tejido a mano
como un regalo nuevo, como un pretexto
“toma mi vida aquí, en un paño”
“toma mis intenciones, mis ganas, mis entrañas”
“tómalo todo que no lo quiero, que no es mío sino tuyo”
“tómalo porque se acaba y aun así te lo doy entero”.
No quiero tu sonrisa de vuelta, no es un cumplido
no quiero un salto de alegría, no lo pido, ni lo quiero,
no quiero que me quieras más porque yo te quiero
no quiero que me lo repitas si me alejo
y tampoco quiero oírlo si me quedo.
Mi te quiero es declaratorio, mi te quiero es embustero.
No quiere nada a cambio y te quiere de vuelta entero.
Mi te si quiero te lo doy,
guárdalo con estima
que todo lo demás empieza
cuando un te quiero termina.
XXVII del libro LA VOZ DE NELA. 36 Saltos de fe de MARY AGUARÓN Compartir en X
XXIX.
Si a tu silencio me acojo
como me acojo al derecho
de hablarte más claro que al resto.
Si en cada nota de tu voz me derrito
y perdida desvanezco
en el dulce retorno de tus besos.
Si no sé qué decirte cuando preguntas
si no respondo cuando callando hablas
si ya no sé cómo decirte que nunca te vayas
que rechazo aquello que impugnas
que llevo por bandera las ganas.
Me has desarmado con balas
tiradas al aire
y me has desarmado con cuentos
cantados en la cama.
Ya no sé cómo decirte amor,
traerte más cerca, gritarle al dolor
si me has dejado desprovista de armas
si no me salen los versos,
si no se escriben las palabras
si banalizarte un te quiero sería una falta
si esto que te intento decir
guarda los universos más puros del alma.
XXIX del libro LA VOZ DE NELA. 36 Saltos de fe de MARY AGUARÓN Compartir en X