Camino
La primavera cruza las postrimerías del invierno y los vencejos
reniegan de su condición de emigrantes. Como todos los días,
desde aquellos de Lisboa, vas al hospital.
Los pasillos ya saben tu nombre y la luz filtrada por las ventanas
escolta la paciencia de tus ojos.
Vas contenta, con tu traje de enfermera.
La devoción al Dios, que tú admiras, empieza en la sala de quimioterapia.
Los primeros pacientes del día se encomiendan a la habilidad
de tus manos y al consejo de la experiencia.
“No tengan miedo, todo va a salir bien. Pronto volverán a la ternura de sus hogares. La llama de la victoria destruirá las células del miedo”. Les dices.
Camino, del libro Vivir en tu invierno de Martín Lorenzo Paredes Aparicio Compartir en X
SOLTISCIO. II
El amor existe porque
tú lo has inventado.
II del libro Vivir en tu invierno de Martín Lorenzo Paredes Aparicio Compartir en X
XIII
Cubrir deseo
las horas en las que te vas.
Y desespero al mirar el salón,
y no verte.
Así transcurren las mañanas,
pesadas y lentas.
Esa caridad y paz
que en el hospital das
como nuestras quisiera sentirlas.
XIII del libro Vivir en tu invierno de Martín Lorenzo Paredes Aparicio Compartir en X
XIX
Vuelve el animal sus ojos
a la penumbra
de la noche.
Su mirada serena, con tu selva.
Mi mano en tu muslo.
Como una huella en la playa.
En las noches de noviembre,
siempre te deberé varias disculpas.
La puerta del dormitorio,
abierta.
Y en la cama leo
en el diario de tus ojos.
Siempre un otoño habrá
con su libro de hojas
amarillas.
XIX del libro Vivir en tu invierno de Martín Lorenzo Paredes Aparicio Compartir en X
XXXV
¿Cómo se salva una vida?
Te lo imaginabas.
Pero hoy lo has sabido.
El hombre, sin pulso.
La reacción, muy rápida.
Lo tiras al suelo y tus manos fuertes
agarran su corazón.
Te encomiendas
a la mecánica de la experiencia
de un curso que hiciste
en una tarde de verano.
El paciente parece querer subir
con su alma al cielo.
No lo dejas. Su vida
con tus brazos sujetas.
El poema continúa.
Él, todavía, no tiene permiso
para partir.
Desde hoy, te llamarán
heroína, quizá.
Amar es tu vocación, tu flor
más hermosa.
XXXV del libro Vivir en tu invierno de Martín Lorenzo Paredes Aparicio Compartir en X
XLIII
A mi hija de cuatro años
Acuérdate, Julia,
de la luz del
Mediterráneo.
Con dos años, ya lo habías visto.
Eras valiente, tocar siempre el mar
querías.
Todavía sigues haciéndolo.
Salvar vidas en el azul
es el hilo de tu destino.
Las primeras palabras de este poema
son muy ciertas.
Sin embargo, tus veranos son cuatro.
Sé que tu ventura
será entrar en el mar de tu infancia,
donde las olas
pronuncian con alegría tu nombre.
XLIII del libro Vivir en tu invierno de Martín Lorenzo Paredes Aparicio Compartir en X
Poemas de Julia y Emma… Noche I
Los recuerdos vuelven y en la oscuridad se ven claros como las
estrellas.
La noche está siendo un reloj sin cuerda; apenas consigo dormir.
El tiempo es prisionero de los árboles de la plaza.
Vuelve rápido del hospital de los milagros.
Y deja un poco de amor; que sea la paz que cura a los que allí luchan.
No temas, madre, a despertarme.
Noche I del libro Vivir en tu invierno de Martín Lorenzo Paredes Aparicio Compartir en X