Sin dueño

Quiéreme libre,

con alas.

Con la calma de saber

que volveré a tu puerto.

Y que si no vuelvo,

habrá valido la pena

amarme así.

Salvaje.

No te pongas cómodo

¿Qué te parece si te

abro la puerta y pasas?

Pero no te acomodes,

no muevas nada, a no ser,

que prometas quedarte.

No dejes tu olor

en el sofá y en mi cama;

no abras un hueco en el armario,

ni cepillo de dientes.

¿Qué te parece si dejo

la puerta abierta, por

si decides marcharte?

Me derrotas

Te advertí que recientes batallas

perdidas habían malherido

mi escuadrón de combate.

Que retornaba en pie de guerra,

sin intención de caer por

segunda vez.

Tú sin embargo,

armaste a tu mejor cuadrilla

negándote a la rendición.

Plantaste bandera en la misma

frontera de mi corazón.

Y yo no pude hacerlo,

no pude negarte la entrada.

Porque en realidad,

deseaba que tiraras

la puerta abajo.

Sin parar

Quiero llevarte conmigo

todos mis eneros.

Que me enamores cada febrero.

Que me des aliento en marzo

y me suspires en abril.

Yo te cubriré de flores en mayo,

y encenderé tus hogueras en junio.

Brindaremos en julio y nos

quitaremos las sábanas de agosto.

En septiembre vuelvo a estudiarte,

y en octubre te caliento a fuego lento.

En noviembre sopla mis velas,

que ya en diciembre celebraremos

que eres mi final y mi principio.

Que te hagas hueco, que pares

en todas las estaciones de mi cuerpo.

Y te quedes allí para siempre.

El lenguaje de sus ojos

Su mirada me engaña

una y mil veces.

Me sumerge en un sueño de colores

para ahogarme en un abismo oscuro.

Me lo dice todo, y a la vez nada.

Y aun sin terminar de entender

el lenguaje de sus ojos,

yo les contesto.

Les digo que ningunos

me hacen arder como ellos,

y que me perdería para siempre

en la dulzura de su destello.

Les digo tanto, y a la vez nada.

Si ellos están presentes,

nada puede ser más digno de mi atención.

Les amo casi tanto como a él,

cuando me deja amarle.

Comprar el libro