¿QUE QUÉ ES POESÍA?
Te voy a escribir las canciones más bonitas del mundo. Las más tristes y melancólicas. Y todas serán para ti.
Nunca salieron mejor los escritos que empapados en lágrimas.
Como Vicente Aleixandre, ni yo misma entiendo a qué me refiero, ni le encuentro el sentido a muchas cosas que escribo. Pero haría las canciones más bonitas del mundo escritas por Bécquer y cantadas por Bocelli.
Como Jorge Manrique, todos vamos a parar al mismo río, sin importar lo material, sin importar los sentimientos. Sentimientos que, como su río, se desbordan y sacan de quicio, y de repente te encuentras escribiendo “cursiladas” como Luis Cernuda o Mario Benedetti.
Y al día siguiente intentarás ser optimista y escribirás a lo Paulo Coelho. Cuando en realidad estás tan abatido como los 100 Años de Soledad de Gabriel García Márquez.
Todo sale de una. Todo fluye. Nada es tan sincero como cuando te rompes un poquito. Cuando ese poquito, son pedazos, y esos pedazos vuelan como las golondrinas más conocidas por todos.
Porque, ¿qué es poesía? Me pregunto mientras clavo mis pupilas en tus pupilas oscuras y profundas como un pozo sin fondo.
¿Qué es? Mientras miro más allá y veo la oscuridad que me regalas después de tanta luz.
¿Qué es la poesía? Pues lo que quiera que sea.
Pero no eres tú.
¿QUE QUÉ ES POESÍA? del libro ME OLVIDÉ DE UN RATÓN Y LE ESCRIBÍ A UN GATO CON BOTAS de LAURA JORDÁN MARTÍNEZ Share on X
FELIZ
Por un instante fugaz, me siento feliz.
Feliz de haberte conocido.
Feliz de poder estar a tu lado.
Feliz de que, aunque tengas la oportunidad,
no te vas de mi vida.
Todo eso, en la fugacidad de un minuto.
Todo se vuelve turbio.
Todo es en vano en el momento en que todo cae. Que me siento un edificio al que se le van cayendo los ladrillos poco a poco, y al que ya no le quedan demasiadas alturas. Que igual que me das los cimientos, me atropellas con la bola de demolición.
¿Por qué me haces feliz?
¿Por qué me despedazas?
Por qué haría cualquier cosa por ti.
Y por qué querría dejarte ir…
Pero me siento tan feliz cuando sé que estás. Tan tan feliz.
Que no importan las inundaciones que se creen a nuestro alrededor, ya saldremos a flote. Siempre lo hacemos.
No importa si es tu culpa, o si es la mía.
Si es que te has equivocado una vez más, o es que te he fallado sin querer.
Tan, tan, tan feliz me siento…
Recaigo en ti como un toxicómano en la droga.
Te dejo, te suelto, me falta el aire, no puedo más, sigo adelante —sin ti—, te veo, te quiero, te quiero para mí. A la mierda.
Soy drogadicta de la sustancia más peligrosa y más dolorosa:
Tú.
Toxicómana de tu nombre, de tus putos defectos.
De las jodidas discusiones.
Toxicómana de los ultimátum, de los “hasta aquí”.
Toxicómana, porque recaigo.
Y soy tan feliz…
Tan, tan, tan feliz.
No reparo en el daño.
El daño no se repara.
Construyes el edificio, pero le creas goteras, le rompes las tuberías, destruyes las paredes, prendes fuego el interior.
Después nos paramos y tratamos de volver a encajar cada ladrillo, de llamar al seguro, de decirles que ha sido un accidente y que sólo había dos testigos.
Pero volveremos a destruirlo todo.
Y volveremos a intentar encajar las piezas de un rompecabezas imposible.
Y aún, con todo. Soy feliz.
Soy tan tan feliz, que jamás podré decir que me arrepiento de conocerte.
Jamás diría que has sido un error.
Jamás te sería desleal.
Porque aún con todas nuestras putadas, soy feliz.
Tan tan feliz…
Que todo nos hace daño.
Que preparamos las espadas y los escudos, listos para la batalla. Y mientras me pongo en posición, pienso en lo mucho que me aterra que te vayas.
Nos hacemos tanto daño, que nos agotamos, que solo nos soportamos.
No puedes ser mío.
Aunque me haces feliz. Con todo.
Con los fantasmas y demonios de tu mente.
Con toda la mierda que dice la gente.
Con todo, aunque a veces te quiera abandonar.
Pero todo es, que no te puedo tener.
Y sí. Soy muy feliz.
Pero también lloro por las noches cuando me acuerdo ti.
Cuando pienso que te vas, y que no volverás.
Cuando estoy confusa y es mi propia cabeza la que arremete contra ti.
Cuando pienso en que todo esto que pesa, es nuestro edificio en llamas.
Y que no puedo más.
Te tengo que dejar ir.
Aunque sea la más feliz del mundo a tu lado.
A veces con sentir, no es suficiente.
A veces con querer, no es suficiente.
A veces solo es cuestión de dejar ir.
Que te quede claro, me haces muy muy feliz.
Que yo a ti no, es lo que me está matando.
Ya no me queda más por decir.
Simplemente…
Fin.
FELIZ del libro ME OLVIDÉ DE UN RATÓN Y LE ESCRIBÍ A UN GATO CON BOTAS de LAURA JORDÁN MARTÍNEZ Share on X