
Título: ALABANZAS DE ESTO Y DE LO OTRO
Autor: JOSÉ SORIANO RECIO
Año de Publicación: 2025
Editorial: Poesía eres tú
ISBN-13: 979-13-87806-18-7
PVP: 15 Euros (IVA Incluido).
Págs. 62
RESEÑA:
En todo momento algo sucede. Y cualquier incisión vale para entrar en ese continuo: en 2012, varios años después de la aparición del iPhone, una tarde camino de la playa, en una gasolinera de autopista, compré un libro de ilustraciones de El Jardín de las Delicias y otro de koans del zen. Pasado el tiempo, como hipótesis final, me fui para donde pudiera ver fácil un jardín de las delicias incoherente, absurdo hasta donde fuera posible… con la desmesura de la vida envolviéndolo todo, porque si no un jardín no tiene sentido. Incluso con delicias.
Este planeta interpretado: tierra transportada desde lejos a una frontera para el decorado de un teatro. Y real por completo. Tierra real en la que cultivar rosales. Tierra real en la que asentar un fuego. Tierra real en la que también podrías, si así fuera necesario, cultivar patatas para alimentar a los inadaptados… no perdonar nada para comprender todo. Tengo en este libro palabras como tierra y poética como abono. El índice refiere la ficción, que concluye en alabanzas.
PRIMERAS PÁGINAS







































Análisis de técnicas literarias en Alabanzas de esto y de lo otro de José Soriano Recio
Metáforas sensoriales: cuando el concepto tiene textura
José Soriano Recio transforma ideas abstractas en experiencias sensoriales que desarticulan la percepción convencional. En “Un final”, escribe: “Hay un mono que ha orinado y el gris cálido sujeta un muro por un rato”. Aquí la mancha de orina deja de ser mera observación escatológica para convertirse en elemento arquitectónico temporal: el gris tiene temperatura (cálido) y capacidad de acción (sujeta). Esta metáfora apela simultáneamente al tacto, la vista y el paso del tiempo como sensación física.
En “Alabanza 9”, desarrolla esta imagen: el mono camina, orina, y “el gris cálido sujeta un muro por un rato” mientras “hay un embudo de plástico ligero que ordena el aire de la tarde en un silbido sostenido”. El embudo no solo produce sonido sino que organiza el espacio aéreo, convirtiendo lo auditivo en arquitectónico. La tarde tiene consistencia que puede ordenarse, el silbido es estructura antes que melodía.
Otra metáfora sensorial poderosa aparece en “Alabanza 2”: “Al investigar algo extraño por uno de sus lados cualquier destello en la memoria excava una catedral en el cerebro”. El destello tiene capacidad excavadora, la memoria es sustancia mineable, el cerebro contiene espacios catedralicios. Esta imagen combina lo visual (destello), lo táctil (excavar) y lo espacial (catedral) para describir cómo funciona el pensamiento cuando encuentra algo nuevo.
En “La lechuza”, describe: “Su desplazamiento aparenta imperceptible (…) Su molde de cerebro de simio en que se convirti el incendio de su cabeza”. El cerebro es molde, el pensamiento es incendio petrificado, el humo tiene forma sólida. Lo ígneo deviene mineral, lo volátil se congela en arquitectura. Estas metáforas no embellecen: desestabilizan, obligan a reconsiderar cómo se relacionan materia y pensamiento.
Enumeraciones y anáforas: la acumulación como método
La enumeración funciona en Soriano Recio como saturación cognitiva antes que como musicalidad. En “Un final”, despliega: “Hay dos cortinas inútiles que caen en la clausura de una escena que sigue en desarrollo. Hay una rendija de luz potente. Hay pornografía. Hay cálculo matemático. Hay geometría urbana. Hay un mono que ha orinado y el gris cálido sujeta un muro por un rato. Hay bocadillos vacíos. Hay un escape sin portón al otro lado. Hay publicidad numérica”.
La repetición de “Hay” no crea ritmo tradicional sino inventario obsesivo. Cada elemento se yuxtapone sin jerarquía: pornografía y cálculo matemático conviven en el mismo plano ontológico. Esta enumeración heterogénea reproduce cómo la mente observa una escena compleja: registrando elementos sin síntesis inmediata. El efecto no es acumulativo sino desarticulador: tantos “Hay” consecutivos desestabilizan la certeza de que algo realmente está ahí.
En “Alabanza 5”, la estructura anafórica se invierte: “El anclaje de la mirada a la corriente de la realidad es mayor cuanto mayor sea la corriente”. La repetición de “mayor” crea circularidad tautológica que ilustra el problema que describe: la realidad se ancla a sí misma sin referencia externa.
La técnica radical de Soriano Recio aparece en dos poemas extremos. “Huizinga y Estragón” repite “Jugar Esperar al otro” más de cien veces. “La contienda del continuo y el discreto en 2 dimensiones” alterna “punto recta” con idéntica obsesión. Estas anáforas expandidas no son líricas sino conceptuales: mimetizan estados mentales obsesivos, ilustran mediante repetición exhaustiva la dicotomía entre lo continuo y lo discreto, entre jugar (acción) y esperar (pasividad). La lectura se transforma en experiencia hipnótica donde el significado de las palabras se disuelve en pura forma iterativa.
Diálogos poéticos: voces que no conversan
Los diálogos en Soriano Recio son escasos y cuando aparecen funcionan como monólogos disfrazados. En “Diálogo interior”, el almiar en el campo de golf “no deja de darle vueltas” a un signo que gira fuera de su alcance: “Cuando acople la órbita del diálogo interior a la de la señal externa, todo rotará al mayor sentido. Y eso mismo me repito yo también cuando lo veo”.
Este “diálogo” es más bien especulación sobre la posibilidad de diálogo. El almiar habla consigo mismo, el yo poético reconoce hacer lo mismo. No hay intercambio sino paralelismo de soledades. La estructura dialógica se frustra deliberadamente: ambas voces esperan acoplar sus órbitas con algo externo que nunca llega.
En “Alabanza 6”, aparece un diálogo implícito con el lector: “Si te alimentas sólo de peces la luna llena en el charco es un plato en la mesa, y el reajuste mental al morder agua va mucho más allá de lo sociolingüístico”. El “te” implica interlocución pero no espera respuesta: es forma de involucrar al lector en el experimento mental. Continúa: “No hay mayor irreversibilidad que el paso a la trascendencia desde lo local. No hay mayor mentira que trascender un único camino… aunque sepa como todos. El pollo, el sabor universal del pollo por el mundo confunde al necio”. Este “necio” interpelado podría ser el lector o el propio poeta: la ambigüedad es programática.
En “Alabanza 15”, el diálogo se establece entre el sujeto y los objetos: “Tú y el yogurt”. Pero inmediatamente se revela que esta dualidad es ilusoria: “Y dado que en la forma que confina los conceptos en palabras reverbera esa otra forma que confina lo dual en su envase, en la existencia del alimento y del no alimento se confina la vida”. El diálogo es estructura mental antes que conversación real.
El caso más explícito aparece en “El lenguaje de las tormentas”: un simio “pide, con temor y desgana, que dejen de enviarle un lenguaje que no sabe interpretar”. Aquí el diálogo es unilateral: alguien envía mensajes que el receptor no puede descifrar. La comunicación colapsa en ruido, el embudo de tornados funciona como emisor incomprensible.
Reflexión final: arquitectura cognitiva como poética
La combinación de estas técnicas literarias construye una voz poética que rechaza la lírica confesional para abrazar la especulación filosófica. Las metáforas sensoriales no buscan belleza sino desarticulación: obligan a reconsiderar las relaciones entre materia, pensamiento y lenguaje. Las enumeraciones y anáforas no crean musicalidad tradicional sino saturación cognitiva, experiencia de lectura que mimetiza cómo la mente procesa complejidad. Los diálogos poéticos, escasos y frustrados, ilustran la imposibilidad de comunicación plena: cada voz permanece en su órbita esperando un acoplamiento que nunca llega completamente.
La atmósfera emocional del libro es de extrañamiento sostenido. Soriano Recio no busca conmover sino desestabilizar certezas. Su técnica exige demanda cognitiva: frases largas con subordinadas múltiples, puntuación errática, paradojas que no se resuelven. Esta dificultad no es defecto sino programa: la poesía como resistencia textual en un mundo saturado de estímulos fragmentados.
El impacto en la lectura es doble. Para quienes buscan emoción directa o belleza reconocible, esta obra resulta inaccesible. Para quienes aceptan habitar la complejidad sin resolución, Alabanzas de esto y de lo otro ofrece un territorio inexplorado donde la poesía funciona como epistemología: cada poema es experimento sobre los límites del lenguaje y las condiciones de posibilidad del significado.
La conexión con el lector no opera desde la identificación emocional sino desde la complicidad intelectual. Soriano Recio propone un pacto: si aceptas la dificultad, si toleras la ambigüedad, si renunciar a certezas, entonces accederás a experiencias cognitivas que la poesía convencional no puede ofrecer. Las metáforas sensoriales te obligan a sentir el pensamiento como materia física. Las enumeraciones te saturan hasta que el sentido colapsa y emerge algo nuevo. Los diálogos frustrados te recuerdan que toda comunicación es parcial, que cada mente habita su propia órbita.
Esta es poesía que no consuela sino que desafía, que no embellece sino que descompone, que no cierra sino que abre interrogantes sin respuesta garantizada. Y en esa apertura radical reside su propuesta más potente: que la literatura puede ser espacio de pensamiento puro, donde el lector no consume sino que construye significado desde la incertidumbre.













