Gema BautistaGEMA BAUTISTAGema BautistaGEMA BAUTISTA
MIS RUINAS, MI POESÍAMIS RUINAS, MI POESÍA
GRUPO EDITORIAL PÉREZ-AYALAEditorial Poesía eres tú

GEMA BAUTISTA

Hay momentos en la vida donde las ruinas se convierten en cimientos. Gema Bautista Quirós lo descubrió cuando el dolor la obligó a tomar una pluma y transformar los escombros de un amor perdido en los versos que hoy conforman su primer poemario, Mis ruinas, Mi poesía (Editorial Poesía eres tú, 2025). No buscaba ser poeta; buscaba respirar de nuevo. Y en ese acto de supervivencia emocional, nació una voz literaria auténtica que resuena con la honestidad de quien ha atravesado el fuego y puede, finalmente, nombrarlo sin quemarse.

 

Gema pertenece a esa generación que creció entre dos mundos: el analógico de los diarios íntimos escritos a mano, y el digital de las emociones compartidas en pantallas luminosas. Su poesía lleva las huellas de ambos universos: tiene la intimidad confesional del diario secreto y la inmediatez emocional que conecta instantáneamente en una época donde las palabras vuelan fragmentadas por redes sociales. Pero a diferencia de muchos de sus contemporáneos que escriben pensando en el algoritmo, Gema escribe pensando en el corazón humano.

 

Su camino hacia la literatura no fue lineal ni premeditado. No estudió en talleres literarios prestigiosos ni ganó concursos juveniles que auguraran una carrera poética. Gema llegó a la poesía por necesidad, empujada por una mejor amiga que reconoció en sus lamentos nocturnos el material de algo más grande, y por una madre que intuyó que su hija necesitaba convertir el dolor en palabras antes de que las palabras se la tragaran entera. “Escribe”, le dijeron. Y Gema obedeció, no porque quisiera ser escritora, sino porque necesitaba entender qué había sucedido con ese amor que lo fue todo hasta que dejó de serlo.

 

Mis ruinas, Mi poesía nació de esa urgencia. Entre 2023 y 2024, mientras el mundo seguía su curso indiferente, Gema construyó, verso a verso, un mapa emocional de su propia transformación. Escribió en noches de insomnio, en mañanas donde despertar dolía, en tardes donde el recuerdo del ausente era tan intenso que parecía tangible. Cada poema fue un paso en un viaje que ella misma no sabía adónde la llevaría. Comenzó escribiendo para exorcizar fantasmas; terminó escribiendo para reencontrarse consigo misma.

 

Lo que distingue a Gema en el saturado panorama de la poesía confesional española es su capacidad para equilibrar vulnerabilidad con consciencia. Sus versos no piden lástima; exigen comprensión. Cuando escribe “Mi mala costumbre de amar sin medida, / me pedía un beso y yo le daba toda mi vida”, no está simplemente documentando un amor perdido; está analizando una patología emocional con la precisión de quien ha hecho terapia con sus propias palabras. Reconoce la codependencia, nombra el vacío, identifica las dinámicas tóxicas, pero nunca desde la victimización. Su poesía es la de alguien que se mira al espejo sin mentirse, que se hace responsable de haber dado demasiado mientras reconoce que nadie tiene derecho a tomar todo.

 

Hay una anécdota que revela mucho sobre Gema como persona y como poeta. Cuando terminó el manuscrito inicial de Mis ruinas, Mi poesía, dudó si era “lo suficientemente bueno”. No dudaba de su dolor —ese era auténtico, innegable—, sino de si tenía el derecho de convertir ese dolor en arte, de ocupar espacio en el mundo literario con sus ruinas personales. Fue su amiga Paula quien leyó y releó cada poema con ella, quien la convenció de que esas ruinas no eran solo suyas: eran de todos los que han amado sin medida, de todos los que se han perdido en otro y han tenido que encontrarse de nuevo. Esa generosidad para reconocer que su historia personal podía ser también historia universal es lo que convierte a Gema en poeta, no solo en alguien que escribe sobre sí misma.

 

En los agradecimientos de su libro, Gema escribe con una humildad casi conmovedora: “Gracias a mí, por convertirme en la persona que soy hoy en día, llena de alegría y rodeada solo de gente que la quiere”. Esa capacidad de agradecerse a sí misma, de reconocer el trabajo titánico de reconstruirse después de haber estado rota, habla de una madurez emocional poco común en alguien de su generación. La poesía de Gema no termina en el lamento; termina en la celebración de haber sobrevivido, de haberse elegido a sí misma cuando todas las fuerzas la empujaban a seguir esperando a quien nunca volvería.

 

Su filosofía poética podría resumirse en los versos que abren el poemario: “No hay nada más valiente / que un poeta sin corazón. / Acudiendo a una misión sin temor, / para expresar los sentimientos / por los que sufre al retenerlos”. Este “poeta sin corazón” es, paradójicamente, alguien con demasiado corazón, alguien que ha sentido tanto que necesita el distanciamiento de la escritura para poder mirarse sin ahogarse. Gema entiende que para escribir sobre el dolor con claridad es necesaria una valentía específica: la de observar la propia herida con suficiente frialdad clínica como para describirla sin dramatismo innecesario.

 

Hoy, con su primer libro publicado y la validación de lectores que han encontrado en sus versos el espejo de sus propias experiencias, Gema Bautista se posiciona como una voz emergente en la poesía española contemporánea. No pretende revolucionar el género ni crear escuela propia. Su ambición es más humana y, por ello, más universal: quiere que quienes lean sus poemas sepan que no están solos en su dolor, que es posible transformar las ruinas en algo hermoso sin negar que siguen siendo ruinas, que el amor puede ser simultáneamente lo más devastador y lo más formativo que nos sucede.

 

En una época donde la poesía confesional se debate entre el hermetismo intelectual y la simplificación comercial, Gema ocupa un espacio valioso: escribe con el corazón pero piensa con la cabeza, siente profundamente pero analiza con lucidez, es vulnerable sin ser débil, es honesta sin ser exhibicionista. Su poesía no necesita gritar para ser escuchada; susurra verdades que resuenan porque son las verdades que muchos callan.

 

Mis ruinas, Mi poesía es solo el comienzo. Las ruinas de ayer son el material de construcción del mañana, y Gema Bautista ha demostrado que sabe cómo transformar los escombros en arquitectura. Mientras siga escribiendo con esa honestidad radical que caracteriza su voz, mientras siga mirándose al espejo sin mentirse y compartiendo lo que ve sin pedir disculpas por su vulnerabilidad, seguirá construyendo puentes entre los corazones rotos que buscan, en la poesía, no solo belleza, sino también compañía en el camino de regreso a sí mismos.

 

Porque al final, eso es lo que hace Gema Bautista: no solo escribe poemas, construye mapas emocionales para quienes están perdidos en el territorio del desamor. Y en tiempos donde tantos se pierden buscando el amor en los lugares equivocados, tener una guía que ha recorrido ese camino y puede decir “yo también estuve perdida, pero aquí están las señales que me ayudaron a regresar” es un regalo literario invaluable.

 

Gema Bautista Quirós (España) es autora del poemario Mis ruinas, Mi poesía (Editorial Poesía eres tú, 2025). Su trabajo se inscribe en la corriente de poesía confesional contemporánea, explorando temas de amor, pérdida y reconstrucción personal con una voz caracterizada por la honestidad emocional y la claridad expresiva. Su obra ha conectado profundamente con lectores que reconocen en sus versos el reflejo de sus propias experiencias de duelo y transformación.

 

 

Gema Bautista . Escritor, poeta. Compartir en X