Olivares Tomás, Ana María. «RECURSOS RETÓRICOS DE LA CONFESIÓN POÉTICA EN “MIS RUINAS, MI POESÍA” DE GEMA BAUTISTA: ESTRATEGIAS DISCURSIVAS Y MECANISMOS DE INTENSIFICACIÓN EMOCIONAL». Zenodo, 25 de octubre de 2025. https://doi.org/10.5281/zenodo.17441566
RECURSOS RETÓRICOS DE LA CONFESIÓN POÉTICA EN “MIS RUINAS, MI POESÍA” DE GEMA BAUTISTA: ESTRATEGIAS DISCURSIVAS Y MECANISMOS DE INTENSIFICACIÓN EMOCIONAL
La poesía confesional contemporánea encuentra en el poemario de Gema Bautista un excelente laboratorio de recursos y estrategias retóricas que intensifican la dimensión afectiva del discurso lírico. La obra recurre sistemáticamente al uso de la segunda persona, las interrogaciones retóricas, las anáforas y las repeticiones para elevar la carga emocional y configurar una experiencia comunicativa directa, inmersiva y catártica.
- Uso de la segunda persona: interpelación y simulacro dialógico
Gran parte de los poemas están escritos en segunda persona, estableciendo una comunicación directa con el “tú” ausente, que es a la vez ex-pareja y representante del objeto amoroso universal. Este recurso cumple varias funciones:
- Interpelación intensa: El sujeto lírico se dirige al “tú” no solo para narrar lo vivido sino para reclamar, pedir explicaciones, expresar reproche o reivindicar su experiencia. Ejemplo:
“Todavía te veo y me dan escalofríos que hacen que se revuelvan todos mis sentidos. Me pongo feliz de verte cumplir tus logros, aunque a veces me invada el enojo…”
- Simulacro dialogante: El “tú” funciona como destinatario imaginario, que permite sostener en el poema la tensión conversacional de lo no dicho o lo imposible de decir en la relación real.
“Porque tú más que yo porque no quisiste escuchar mi versión y el rencor te cegó…”
- Autodiálogo disfrazado: En algunos textos, el “tú” actúa como un alter ego interiorizado, figura de la proyección o del duelo consigo mismo.
- Interrogaciones retóricas: dramatización y búsqueda de sentido
Las preguntas retóricas atraviesan el libro, agudizando el tono angustiado, la búsqueda de sentido y la dramatización del dolor. La interrogación en la poesía confesional es recurso de desahogo y también de intensificación del suspense emocional:
“¿Cómo borro su nombre de mi cabeza? ¿Cuándo entiendo que mi amor no le interesa?”
Este tipo de preguntas no espera respuesta; funciona como expresión del desgarro, del sinsentido y del vacío existencial. A menudo, la acumulación de interrogativas crea un efecto de estallido interior y refuerza el tono catártico de los poemas, como en:
“¿Alguna vez fui tu voz favorita? ¿De verdad pensabas esas cosas bonitas? ¿Fui el motivo del brillo de tu mirada? Son tantas las preguntas, al igual que las respuestas que todavía son inciertas. Si estuvieras aquí, ¿me las darías?”
- Anáforas y repeticiones: circularidad obsesiva y construcción de intensidad
La anáfora (repetición del mismo inicio de verso) se convierte en un modo de producir ritmo circular y construir la obsesión del recuerdo o la persistencia del deseo. A través de la repetición, el poema parece dar vueltas sobre un mismo eje emocional, imitando el pensamiento rumiante del duelo amoroso:
“Todos los días recuerdo tu amor, y esa sensación, de sentirme viva con tan solo admirar tu sonrisa. Esos buenos días, que me despertaban sin prisa. Esas buenas noches, que me hacían dormir sin reproches.”
En el poema “Entendí”, la anáfora constituye el mecanismo central:
“Entendí que la gente rota corta… Entendí que se pueden decir palabras sin un mínimo sentimiento… Entendí que a veces es fácil decir te quiero sin sentirlo…”
La reiteración enfática intensifica la transmisión del aprendizaje doloroso, haciendo que el poema estalle en oleadas de “entender” que van desgranando la herida con precisión y potencia expresiva.
- Enumeraciones y listados: cuantificación y dramatismo
Las repeticiones no se dan solo en la forma de anáfora, sino también como enumeración, lista y conteo simbólico:
“Yo también tenía 200 razones para quedarme, aunque tu lista seguramente no llegaba ni a 5… la lista ya iba por 100 y bajando. 99, 98…”
Este recurso cuantitativo produce dramatismo y retrata la minuciosidad obsesiva del duelo. La numeración descendente expresa la gradualidad de la pérdida y la dificultad para cerrar el ciclo afectivo.
- Intensificación emocional y tono catártico
La suma de estos recursos –segunda persona, interrogaciones, anáfora, repeticiones y enumeraciones– conforma un tono lírico hiperinmediato en el que el yo poético se expone sin velos, confiesa cada matiz del sentir, y traslada al lector la fuerza y la vulnerabilidad de una subjetividad rota, pero en proceso de sanación.
- Conclusión
“Mis ruinas, mi poesía” se inscribe en la tradición de la poesía confesional actual donde la intensificación emocional y el desborde retórico funcionan no solo para transmitir la experiencia individual, sino también para invitar a la identificación colectiva y dar forma literaria al duelo y la autocomprensión. El poemario utiliza magistralmente los mecanismos de la segunda persona, la pregunta, la repetición y la acumulación para construir una poética de la herida y la reconstrucción que, al poner su dolor en palabras, abre una vía de catarsis compartida.
