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EL AMOR ROMÁNTICO COMO IDEOLOGÍA EN LA POESÍA MILLENNIAL: UN ESTUDIO CRÍTICO EN “MIS RUINAS, MI POESÍA” DE GEMA BAUTISTA

Olivares Tomás, Ana María. «EL AMOR ROMÁNTICO COMO IDEOLOGÍA EN LA POESÍA MILLENNIAL: UN ESTUDIO CRÍTICO EN “MIS RUINAS, MI POESÍA” DE GEMA BAUTISTA». Zenodo, 25 de octubre de 2025. https://doi.org/10.5281/zenodo.17441605

EL AMOR ROMÁNTICO COMO IDEOLOGÍA EN LA POESÍA MILLENNIAL: UN ESTUDIO CRÍTICO EN “MIS RUINAS, MI POESÍA” DE GEMA BAUTISTA

El poemario “Mis ruinas, mi poesía” de Gema Bautista es una muestra representativa del dialogismo que la poesía millennial española mantiene —de manera ambivalente— con los mitos del amor romántico contemporáneo. En este corpus, el amor romántico funciona a la vez como horizonte de sentido, narrativa identitaria y objeto de cuestionamiento crítico.

  1. El mito del “para siempre” y su deconstrucción

El ideal del “para siempre”, una de las piedras angulares de la ideología romántica, aparece tematizado y desmentido de modo explícito en el poema “Para siempre”. La voz lírica reconoce su propia “ilusión” ante este mito y describe cómo ese “para siempre” resultó ser una trampa autodestructiva:

“Tan ilusa fui, tanto, que ese para siempre me cegó hasta arrastrarme a la muerte.”

“Escuchar para siempre me hace rabiar, porque nunca lo prometí en verdad…”

El poema desmonta el valor performativo de la promesa eterna, resaltando su uso rutinario, vacío de contenido y casi autómata en el discurso amoroso contemporáneo. El “para siempre” aparece así como una fórmula socialmente impuesta, interiorizada y repetida, pero desprovista de autenticidad experiencial. Además, la lírica subvierte este ideal mostrando que la adhesión al mismo tiene efectos nocivos para el sujeto:

“…ese para siempre me cegó hasta arrastrarme a la muerte. Me arrastró a un callejón sin salida donde la angustia y la agonía, reinan por sí mismas.”

La experiencia millennial con el amor romántico se define por esta tensión: deseo de absoluto y desencanto ante la materialización frustrada de esa eternidad emocional. El final del poema introduce el escepticismo hacia la promesa y la celebración de la cicatriz, en lugar de la herida abierta o el amor sin fin.

 

  1. Fusión identitaria: la ecuación “1+1=2” y sus fisuras

El mito de la fusión identitaria y la pareja como unidad indisoluble (“uno” amoroso) es desmontado en el poema “1+1=2” (poema “112”). Aquí, la autora explicita el error de base de la aritmética romántica:

“¿Sabías que 1+1 no son 2? La mayoría de las veces 1+1 sí son 2, pero ese 2 no fuimos tú y yo. Porque mientras que a mí no me importaban tus defectos, tú ibas buscando los míos por cada rincón de mi cuerpo.”

Se muestra así que la ideología de la simbiosis amorosa funciona solo en apariencia, pues en la experiencia concreta las asimetrías, defectos y carencias impiden la consumación fantasiosa de la fusión de los yoes. La repetición de “tú” y “yo” enfatiza la otredad irreductible y la imposibilidad de conseguir la unidad perfecta:

“Y al final supongo que los encontraste, porque si no, no entiendo por qué me abandonaste.”

Esta secuencia revela el desgaste del ideal de pareja como completitud: el sujeto poético abandona la creencia en la aritmética del amor romántico y asume que, en la práctica, “ese 2 no fuimos tú y yo”.

  1. Idealización de la pareja: del cuento de hadas a la intemperie emocional

En toda la obra comparece la retórica de la idealización, la construcción de un alter ego amoroso que es “príncipe” o “todo”, una ilusión que poco a poco se desmorona. El mito del amor como salvación y cuento de hadas aparece interpelado y finalmente desmontado:

“Siempre pensé que mi vida sería un cuento de hadas, pero la piedra, de tropezar, tanto me conoce…”

“Ese tú y yo, que pudiendo serlo todo, fue tan solo una simple ilusión.”

La pareja, presentada al principio como “todo”, experimento la inevitable caída de la idolatría, el desencantamiento y la aceptación de la realidad fragmentaria. El sujeto termina reconociendo que el amor idealizado era solo una proyección y que buena parte del sufrimiento deriva del derrumbe de ese castillo emocional:

“Nunca podré mirar a nadie, con los mismos ojos que te miré a ti. Y aunque un día fuiste mi todo, ahora yaces en un pozo sin fondo.”

Hay aquí una pedagogía dolorosa: la autora confirma que amar no equivale a salvar ni a ser salvado, y que en el itinerario amoroso, la caída de los mitos es condición para el empoderamiento (“dejé de quererte para empezar a quererme, a ser yo”).

  1. Mecanismos retóricos y emocionales: denuncia, autoironía y catarsis

A través de un tono confesional, el poemario alterna la ironía (“ilusa fui, tanto…”), la denuncia (“me prometiste para siempre y no supiste manejarlo”), y la autocrítica (“me esforcé tanto en quererte, que me olvidé de cómo quererme”) para desactivar uno a uno los mitos del amor romántico.

La voz lírica recurre además a un léxico sencillo, imágenes reconocibles y estructuras repetitivas (anáforas, enumeraciones) que enfatizan el carácter cotidiano y colectivo de estas experiencias en la generación millennial, alineando el contenido con las nuevas formas poemáticas de la poesía de redes y el spoken-word.

  1. Ruptura y reconstrucción del yo: del amor como lugar de pérdida al amor propio

Frente al mito del amor como completitud, la experiencia narrada desemboca en la recuperación del yo vulnerable y la reconstrucción personal:

“Me puse a mí por encima de todos, y sólo yo sé cómo dolió dejar atrás eso que tanto amaba, para conseguir avanzar entre esa cueva que parece no tener salida. Pero que al final ves ese punto de luz…”

La superación del mito romántico permite la emergencia de una subjetividad afirmada y la revalorización del amor propio, desplazando el locus del sentido vital desde el vínculo amoroso hacia el autodescubrimiento.

  1. Conclusión crítica

“Mis ruinas, mi poesía” despliega, con lucidez y crudeza, una doble dialéctica frente a la ideología del amor romántico: reproduce sus mitos y los desbarata, anhela lo eterno y se reconcilia con lo efímero, idealiza y desmonta, quiere fusionarse y termina reconociendo la otredad irreductible. El poemario representa así el ethos contradictorio del sujeto millennial: hambriento de amor absoluto, pero escéptico ante las promesas de la tradición romántica. El resultado es una denuncia de la pedagogía sentimental heredada y una propuesta de subjetividad resurgida desde las ruinas del “para siempre”.

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