FIGU GARCÍAFigu García
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GRUPO EDITORIAL PÉREZ-AYALAEditorial Poesía eres tú

Figu García: El navegante de versos íntimos

Hay autores que escriben para ser leídos y otros que escriben porque no pueden evitarlo. Figu García pertenece a esta segunda estirpe, a esa raza de poetas que llevan la tinta en las venas y el mar en la voz. Su nombre real es José F. García Guadalupe, pero tras el seudónimo se esconde algo más profundo: una necesidad visceral de desnudar el alma sobre el papel y convertir cada verso en una prenda íntima del ser.

El hombre detrás del seudónimo

Nacido en Madrid en 1966, Figu García llegó a la literatura por dos caminos que parecen contradictorios pero que en él se funden con naturalidad: la navegación a vela y la escritura. “Lleva media vida navegando a vela y la otra media escribiendo —o algo así”, dice él mismo, con esa ironía que caracteriza a quienes han aprendido a reírse de sus propias contradicciones. No es casualidad. El mar que surca con su barco es el mismo que late en sus versos, esa “mar” en femenino que aparece como constante en Prendas íntimas, su último poemario.

Su trayectoria literaria incluye los libros de narrativa Cien lunas mil besos y 8 – Son los sueños los que nos eligen, además del poemario Retratos de una voz. Pero es en Prendas íntimas (Catálogo unisex), publicado en 2025 por Editorial Poesía eres tú, donde alcanza su madurez poética más descarnada y honesta.

La metáfora del vestidor del alma

Prendas íntimas no es un libro de poemas al uso. Es, como indica su subtítulo, un catálogo unisex donde cada composición funciona como una prenda que el lector puede probarse ante el espejo de su propia experiencia. Figu García construye una metáfora sostenida y brillante: si la ropa íntima es lo más cercano a nuestra piel, la poesía íntima es lo más cercano al alma.

“Ocurre que, no siempre sé si escribo, o si me desvisto sobre una página en blanco”, confiesa en el poema que abre el libro. Esta confesión marca el tono de toda la obra: la escritura como desnudamiento, la palabra como necesidad urgente de poner algo entre la piel y un mundo que duele.

El mar como patria emocional

La presencia del mar en su poesía no es decorativa sino fundacional. “La mar que siempre estuvo dentro de mi ser”, escribe en uno de sus versos más reveladores. Para Figu García, el mar es metáfora del origen, del regreso, de la memoria líquida que nos habita. En poemas como “Colibrí de beso callado” o “Folios de sal”, el agua se convierte en el espacio donde confluyen todas las emociones: “Soy mi colección de anclas perdidas, los faros que me arrullan, una vela desgastada recitando al paño sus costuras”.

Esta relación con el elemento marino trasciende lo poético para convertirse en filosofía de vida. El poeta busca en las olas el ritmo de sus versos, en las mareas el compás de sus emociones.

Un catálogo de emociones universales

El libro se estructura en ocho secciones que funcionan como departamentos de una tienda de ropa íntima emocional: desde “Pijamas, bodis, batas” hasta “Avance de la nueva temporada”, cada sección viene acompañada de un “prospecto” que indica el uso recomendado de cada prenda poética. Estas instrucciones, entre el humor y la ternura, son pequeñas joyas de creatividad: “Productos altamente inflamables, conservar lejos del pudor” o “No planchar; algunas arrugas podrían contar su verdadera historia”.

La búsqueda de la conexión humana

Figu García escribe desde la convicción de que “todos somos poetas pendientes de reconocernos”. Su poesía funciona como un puente entre la experiencia individual y la universal, entre el dolor privado y el abrazo colectivo. No busca impresionar con artificios retóricos sino conectar con esa zona vulnerable donde todos nos reconocemos.

Sus versos sobre el amor son especialmente conmovedores porque huyen del sentimentalismo fácil para adentrarse en territorios más complejos: la ausencia que duele más que la presencia, el recuerdo que se vuelve carne, la nostalgia como forma de supervivencia emocional.

Un poeta de su tiempo

Aunque su poesía bebe de fuentes clásicas, Figu García es un poeta profundamente contemporáneo. En su obra aparecen referencias a Jimi Hendrix, al gato de Schrödinger, a Einstein, a Las Vegas, mostrando una sensibilidad que integra la alta cultura con la cultura popular, la ciencia con la poesía, lo universal con lo íntimo.

Su “Carta a Fiódor” (Dostoievski) es un ejemplo magistral de cómo el diálogo con los clásicos puede iluminar el presente: “A los poetas se nos exige licencia, para escribir de la lluvia”, escribe, en una reflexión que duele por su precisión.

La línea trazada en la orilla

Como él mismo dice, su poesía es “esa línea trazada en la orilla antes de que suba la marea: delicada, frágil, inhumanamente sincera”. Figu García ha sabido crear una voz poética reconocible, una manera de mirar el mundo que no teme la vulnerabilidad porque la ha convertido en su mayor fortaleza.

En un panorama literario a menudo dominado por las poses y los efectismos, la poesía de Figu García se presenta como un oasis de autenticidad. Sus versos no prometen respuestas fáciles ni consuelos baratos, pero ofrecen algo más valioso: la certeza de que no estamos solos en nuestras preguntas más íntimas.

Su invitación final es clara: “pasen, lean, escojan las prendas que más les gusten, tomen la pluma y pongan negro sobre blanco”. Porque al final, la mejor poesía no es la que se admira desde la distancia, sino la que nos empuja a escribir nuestros propios versos, a reconocernos en la herida ajena, a vestir nuestras emociones con las palabras justas.

Figu García ha logrado algo que pocos poetas consiguen: convertir la literatura en un acto de generosidad, la escritura en un abrazo, el verso en una prenda íntima que nos abriga cuando más frío tenemos el alma.

 

 

 

 

Figu García. Escritor, poeta. Compartir en X