Amarte en silencio

Tu piel es rosa, como la pena,
y tu cabello, negro como el mar.
Tus manos, blancas como tu pecho,
y tu mirada me hace temblar.
Eres tranquila, como un lago
que la lluvia teme mojar;
eres la sombra de mi mirada,
cuando la luna me hace llorar.
Eres el cristal que pincha mis venas
y la sangre que me hace andar;
eres la magia que cura mis labios,
cuando la soledad los seca sin más.
Eres la luz de mi día callado
y la flor que me hace olvidar;
eres el cielo que, en mi regazo,
a las estrellas quisiera bajar.

Aquí estaré

Te espero, aunque se acabe la tarde;
te espero, aunque se calle la voz;
te espero, aunque te bese
una boca y no te bese yo.
Te espero, aunque me quieras;
te espero, aunque lo quieras a él;
te espero en la noche en vela;
te espero, porque tu amor soy yo.
Te espero en la mancha del árbol;
te espero, aunque me calcine el sol;
te espero, aunque se vuelva triste
esperar a que decida Dios.

Si no te amara

Las aves son el poema del cielo,
la lluvia, la vida de la tierra.
La noche son los ojos de mis sueños,
la luna es la flor de mis pensamientos.
El amor es la clave para olvidarlo todo,
el sol es el dios del tiempo,
la marea es parte de la sangre,
tu mirada es la palabra en mis silencios.
El amor es más que amor: es un reto.
La hierba baila al compás del viento,
las nubes cambian en un pestañeo,
quererte es mi peor deseo.
Que cese el mar en mis dedos,
o que una estrella me guiñe en la soledad,
que el agua apague mi corazón en llamas,
y que me beses, te suelo susurrar.

La luz

Cantan los pájaros,
para que cantemos como ellos.
Nacen los árboles,
para que suene el alma,
y con su alma, música creemos.
Bailan los cisnes,
para que con ellos bailemos.
Llora el cielo,
para que lo miremos.
Brilla el pasto,
para que lo acariciemos.
Mueren las flores,
para que nos consolemos.
Viven las mariposas,
para que soñemos.
Tengo mi corazón,
para ponerlo en tu pecho.
Y la luna te ruega
que alumbres el cielo.

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