HIMNO A LA LUZ
*
Elévame al absoluto,
hazme sentir lo infinito,
expande mi corazón,
muéstrame tu misterio.
Inunda de claridad
las profundidades de mi espíritu,
para liberar
toda fuerza y todo anhelo.
Embriágame,
luz tan sublime
que de la oscuridad
extraes amor.
Vierte sobre el cáliz de mi alma
el rocío de una belleza eterna,
imagen de esperanza, luz y vida,
ala que aspira a Dios.
Ábreme
a lo ilimitado,
a la más radiante
de las intuiciones:
la de alumbrar lo nuevo,
para contemplar
con ojos puros
adónde asciende
el intelecto humano.
Revélame
lo que no se agota,
el ansia divina
y la verdad incondicionada,
tú que trasciendes
todos los mundos
y conoces
todas las eternidades.
Ayúdame
a pensar lo impensado,
a bucear en lo profundo
y a traspasar toda frontera,
en el amanecer universal
de una vida creadora.
Inspírame
ideas grandes,
que eleven el alma
a cielos nuevos
mientras navegamos por la existencia.
Enséñame lo necesario,
para aprender a ser libre
mediante el saber,
y a reintegrar
lo temporal en lo eterno.
Dame esa luz nueva
que me permita ver el mundo
con ojos nuevos.
Calma mi sed de amor,
que es de sed de vida.
Bendice mi rostro,
luz de Urlil,
fulgor primogénito
que despuntó
en los espacios del ser,
en la entraña de lo posible,
allí donde el saber
se funde con el infinito.
Pues quiero despertar
a la belleza verdadera,
al alba que no cesa de nacer,
a la claridad que no se extingue.
Quien busca, ama y crea
merece descubrir
un sentido
en este mundo.
Y tu luminosidad
despliega ante mí
atisbos de significado;
es fuego suave
que renueva el alma;
la faz de lo inabarcable
irrumpe
cuando sigo tu estela,
eco inocente de mundos fugados.
Como vida sin ocaso
resplandeces sobre el corazón,
y abres el espíritu
a los más bellos horizontes.
Te contemplo,
encaramado a cumbres insondables,
y un éxtasis de luz y vida
me enaltece,
liberado de afanes pasajeros
y de ansias caducas.
Destello de un poder desconocido,
creas y expandes
las esferas del cosmos
con tu luz tutelar,
que desata potencias ocultas.
Entronizada en tu crepúsculo,
renaces continuamente
en la inmensidad del espíritu,
porque no hay
principio ni fin
para el fundamento,
que brilla sin límite
sobre todos los espacios.
Al admirarte,
los abismos
se anegan de fulgor,
y la verdad resplandece.
Un vigor inescrutable
me mueve a cruzarlos,
y el ala de esperanzas nuevas
me traslada a lo incognoscible.
La belleza y el saber
me consuelan
frente al vacío del mundo.
Abrazado a su espíritu,
el dolor se convierte
en fuerza creadora,
y de la soledad
emerge luz,
la luz de una imaginación libre.
Mi mente cree
haberlo sondeado todo.
Tal es su saber
que necesita deshacerse
de conocimiento,
para observar el mundo
con mirada pura
y sonrisa honesta,
burlando así
los engaños de esta tierra,
donde lo que es
aparenta no ser,
y lo que no es
aparenta ser.
*
Como una llama
que jamás se apaga,
tu verdad arde
en todos los mundos;
tú, Posibilidad infinita,
tú que eres antes y después de todo,
tú que eres fundamento y fin de todo,
tú que eres universo de universos
y razón de razones,
tú que superas toda disyuntiva,
e incluso trasciendes el ser
y el no-ser
en tu infinita grandeza,
en tu infinito amor,
en tu infinita belleza,
en tu infinita sabiduría:
Tú me has salvado,
porque eres ventana
a un reino eterno,
lleno de amor y vida,
fuente que no cesa
de derramar luz y espíritu.
…
HIMNO A LA LUZ del libro HIMNOS A URLIL de CARLOS BLANCO Compartir en X




