Primavera

 

Desde mi helada ventana ansiaba tu llegada.

 

Finas hilachas del deshielo vaticinaban que estabas cerca.

 

Letargo de los sentidos, ahora ansiosos por despertar.

 

Salgo a buscarte…

 

Luz, colores y flores me hacen sucumbir a tu hechizo.

 

Geranios, gitanillas, azahares y hortensias me reciben engalanadas y coquetas.

 

Siempre que puedo voy al sur a disfrutarte;

tus sutiles aromas me reconfortan.

 

Intentos de conquista de príncipes y princesas de barrio comenzaron siempre en primavera.

 

Ahí fue cuando te conocí, y sin saber por qué, te dejé partir.

 

Magos y hechiceros buscan desde antaño tu secreto, sin lograr adivinarlo. Inspiración inagotable para tantos, tu luz nunca se apaga.

 

No te vayas, Primavera, que todavía aún nos queda.

 

Huele ya a verano, y para mí es pronto que marches tan temprano.

 

Te echaré de menos, por todo lo que me has dado,

y ahora con pena privado.

 

Un año más, ansioso,

te seguiré esperando desde mi helada ventana.

 

 

Primavera del libro CUATRO ESTACIONES, VERSOS PARA ELLA de ÁNGEL JESÚS MARTÍN GONZÁLEZ Compartir en X

 

Otoño

 

Amanecer en otoño

desde mi refugio en la montaña.

 

Llegan las primeras brumas del día, pintando los madroños de grana y oro.

 

Equinoccio de otoño, ya brotan los primeros retoños.

 

Dalias, jacintos y crisantemos te esperan en la amarilla pradera de oro y de azul cielo.

 

Observo caer hojas de álamos y abedules al atardecer, haciéndome morir y a la vez renacer.

 

Tristes notas que emanan de mi viejo piano

me hacen despertar, invitándome a tocar.

 

Dejo llevar mis manos por mi ansioso piano,

que no quiere detenerse de tocar.

 

Lágrimas caen en mi interior, sin entender bien el motivo.

 

Podría ser simplemente el triste olvido.

 

Sigo tocando.

 

Ahora mi mente viaja sola

por bosques de hayas y arces rojos.

 

Bellos petirrojos cantando me acompañan en esta extraña pero bonita melodía.

Sigo acariciando mi piano, viendo caer desde mi ventana hojas ocres de abedules,

que en el cielo se balancean.

 

El arroyo cercano se las lleva muertas, cual procesión,

con el viento del norte en su frío viaje a ninguna parte.

 

Es hora de salir al jardín para quitar

las hojas de mi solitario banco de piedra,

que empieza a tener algo de verdín.

 

Los chasquidos de la leña me llaman al interior.

Empieza a hacer frío y hay que seguir tocando.

 

Jilgueros y ruiseñores esperan con honores la cálida melodía.

 

Notas tranquilas y suaves me reconfortan al recordar a la mujer querida y nunca conseguida.

 

Escribí un día, en una de las hojas que bajaban por el arroyuelo, palabras de amor para ella,

por si el destino acierta en su largo camino.

 

Bonito soñar, bonito vivir,

y aun así, sin amor, ser feliz.

 

Ya llegará el duro invierno

y para entonces tendré preparada buena leña.

 

Ojalá me acompañes eternamente junto a este viejo piano.

 

Mientras, seguiré tocando por si acaso escuchas de lejos tu canción preferida.

 

Los petirrojos te siguen esperando.

 

Otoño del libro CUATRO ESTACIONES, VERSOS PARA ELLA de ÁNGEL JESÚS MARTÍN GONZÁLEZ Compartir en X

 

 

¿Por qué lloran las piedras?

 

Veo hoy las piedras llorar y me pregunto si es que ya no pueden soportar más, ver nuestro amor supurar.

 

Les hablo, las consuelo

y les digo que ojalá sus llantos y los ecos de sus lágrimas lleguen pronto a los oídos de mi ser querido.

 

Ellas me piden, me ruegan que este amor tan bonito nunca se quede en el olvido.

 

Llanto de piedras, llanto de auxilio,

llanto por el que yo suspiro.

 

Llanto de piedras

que siempre agradeceré para no caer en el olvido

este amor prohibido.

 

 

 

 

 

 

¿Por qué lloran las piedras? del libro CUATRO ESTACIONES, VERSOS PARA ELLA de ÁNGEL JESÚS MARTÍN GONZÁLEZ Compartir en X