
Título: PARA ELLAS PARA ELLOS
Autor: ALFONSO BECERRÁ ÁLVAREZ
Año de Publicación: 2022
Editorial: Poesía eres tú
ISBN-13: 978-84-18893-36-0
PVP: 14 Euros (IVA Incluido).
Págs. 150
RESEÑA:
PARA ELLAS PARA ELLOS, es una biografía poética mística, sensible, viva, con relatos de recuerdos, meditaciones y pensamientos internos, con poemas contemplativos, creando un homenaje a los que no están entre nosotros, pero siguen presentes, repleta de numerosas reflexiones y versos de luz, enviados desde el cielo.
PRIMERAS PÁGINAS
















































Análisis literario: “PARA ELLAS PARA ELLOS” de Alfonso Becerra Álvarez – Un viaje poético de misticismo contemporáneo
Análisis del poemario
“PARA ELLAS PARA ELLOS” representa el segundo poemario de Alfonso Becerra Álvarez, publicado en 2022 como eslabón central de una trilogía poética que comenzó con “En Lavapiés Los Días Son De Poesía” (2021). Esta obra marca una evolución significativa en la voz del autor, abandonando la introspección urbana de su primer libro para adentrarse en territorios más trascendentes.
El propio Becerra nos introduce a su obra como “un viaje espiritual, muy cercano al cielo y el corazón”, donde podemos encontrar “algunos trazos de Santa Teresa de Jesús” transformados en “palabras de luz”. Efectivamente, el poemario se configura como una exploración de lo místico desde una sensibilidad actual, buscando restaurar conexiones entre lo terrenal y lo sagrado desde las calles madrileñas hasta los campos extremeños.
La estructura del libro sigue el ciclo de las estaciones (Primavera, Estío, Otoño e Invierno), simbolizando un recorrido espiritual completo que abarca desde el despertar hasta la serenidad contemplativa. Muchos poemas están fechados, creando un efecto de diario íntimo que documenta experiencias espirituales en momentos concretos entre 2021 y 2022.
Desde el punto de vista métrico, Becerra opta mayoritariamente por el verso libre, aunque incorpora estructuras más definidas que remiten a la tradición mística española. Sus versos fluctúan entre la brevedad expresiva (“Tengo, nada, nada tengo”) y la extensión contemplativa, alternando momentos de intensidad emocional con otros de serenidad reflexiva. También incluye poemas en prosa, como “MI MORADA DE PROSA”, donde explora conceptos teresianos adaptados a la sensibilidad contemporánea.
Diálogo con la tradición poética española
Este poemario establece un diálogo abierto y fructífero con la tradición mística española, particularmente con Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Becerra dedica un poema completo a “LA SANTA” donde escribe: “En la noche me habla, en el día me canta, a veces me susurra, SOLO DIOS BASTA”. Esta conexión explícita se manifiesta también en la apropiación de conceptos como “las moradas” y en el uso de paradojas que recuerdan a San Juan de la Cruz.
Sin embargo, lo verdaderamente innovador es cómo Becerra actualiza esta tradición: sitúa sus experiencias místicas en el barrio madrileño de Lavapiés, en un jardín urbano o en un vagón de metro. El éxtasis no ocurre en conventos o ermitas, sino en espacios cotidianos contemporáneos. El lenguaje, aunque cargado de simbolismo, se mantiene accesible y directo, alejándose del hermetismo que a veces caracteriza a la poesía mística tradicional.
Posicionamiento en el panorama actual
“PARA ELLAS PARA ELLOS” se posiciona en una corriente que podríamos denominar “nuevo misticismo urbano”, alejada tanto del hermetismo conceptual como de la poesía social predominante en décadas anteriores. En un momento donde la espiritualidad a menudo se presenta diluida o reducida a experiencias estéticas, Becerra propone una recuperación de la dimensión trascendente sin renunciar a la inmediatez sensorial del mundo contemporáneo.
Técnicas literarias en la poesía de Becerra
Alfonso Becerra despliega en “PARA ELLAS PARA ELLOS” diversas técnicas literarias que sirven como vehículos para su exploración espiritual:
- La anáfora constituye uno de sus recursos estilísticos más característicos, creando efectos de letanía o plegaria que recuerdan los textos litúrgicos tradicionales. En “MIENTRAS” repite el inicio de cada verso: “Mientras yo subía, tú bajabas. / Mientras yo cocinaba, tú comías.” Esta técnica genera un ritmo envolvente que facilita la inmersión en estados meditativos.
- El contraste entre elementos opuestos aparece como reflejo de la paradoja inherente a la experiencia mística. Becerra enfrenta constantemente luz y oscuridad, ruido y silencio, ascenso y caída, utilizando estas tensiones como motor poético: “Es tan grande el dolor interno / que a mis noches les falta aliento”.
- La personificación de elementos abstractos se utiliza para materializar experiencias espirituales. El silencio, el amor o incluso Dios adquieren características físicas y humanas, permitiendo al lector una aproximación sensorial a conceptos metafísicos.
- Las metáforas espaciales transforman el recorrido espiritual en geografía física. Las calles, escaleras, montañas y abismos devienen representaciones de estados interiores, creando una cartografía del alma que el lector puede transitar: “Subiendo la cuesta de la Fe, mis pies se vuelven raíces”.
- La sinestesia aparece como recurso para expresar experiencias que trascienden los sentidos convencionales. Becerra fusiona percepciones sensoriales (“luz que suena”, “silencio luminoso”) para sugerir una percepción unificada que supera la fragmentación habitual de la experiencia.
Comparativa con otros poetas contemporáneos
La poesía de Alfonso Becerra establece múltiples conexiones y contrastes con otros autores contemporáneos del panorama poético español:
Con José Ángel Valente comparte la búsqueda de una poesía esencial que se aproxime a lo inefable, aunque Becerra opta por un lenguaje más directo y menos críptico que el del poeta gallego. Si bien ambos exploran la dimensión mística de la experiencia, Valente lo hace desde una mayor densidad conceptual y filosófica, mientras que Becerra prefiere la inmediatez de la experiencia sensible y emocional.
Con Clara Janés mantiene afinidades en cuanto a la exploración de lo espiritual desde una perspectiva contemporánea. Ambos poetas buscan expresar el asombro ante lo trascendente, pero mientras Janés incorpora referencias a tradiciones orientales y una elaborada construcción cultural, Becerra se mantiene más cercano a la tradición española y a experiencias ancladas en lo cotidiano.
Su obra contrasta con la de poetas como Luis García Montero o Felipe Benítez Reyes, representantes de la llamada “poesía de la experiencia”. Si bien con ellos comparte la atención a lo cotidiano, Becerra trasciende la mirada urbana y cívica para acceder a una dimensión metafísica que estos autores suelen dejar al margen.
Lo que distingue a Becerra en el panorama actual es su capacidad para recuperar la tradición mística española sin caer en arcaísmos ni hermetismos, actualizándola a través de un lenguaje accesible y experiencias reconocibles que permiten al lector contemporáneo aproximarse a dimensiones trascendentes sin necesidad de bagaje teológico o filosófico previo.
Simbolismos en “PARA ELLAS PARA ELLOS”
La luz como epifanía cotidiana
En este poemario, la luz se desmaterializa para convertirse en lenguaje divino. No son rayos celestiales sino destellos urbanos: “LUZ DE LLENO” describe cómo un farol de Lavapiés ilumina la revelación espiritual. Becerra transforma la tradicional “iluminación” mística en experiencias sensoriales accesibles: “Esta noche me has llenado de luz / Chocando fuertemente con las estrellas”. La luz eléctrica y la solar se funden en símbolo de presencia trascendente.
El camino como laberinto iniciático
Las calles del Madrid contemporáneo sustituyen al sendero espiritual clásico. En “CAMINO DE LOS ROMEROS”, el asfalto se transfigura en ruta de peregrinaje donde “tres niños corren por la pradera” como alegoría de la inocencia perdida. El metro, las escaleras mecánicas y los atajos del barrio devienen pruebas iniciáticas: “Subiendo la cuesta de la Fe, mis pies se vuelven raíces”.
El silencio como territorio sagrado
Becerra convierte el vacío acústico en espacio ritual. En “MEDITACIONES MÍAS”, el silencio no es ausencia sino plenitud resonante: “El silencio me abrazaba como una madre cansada”. Este símbolo dialoga con la tradición sanjuanista pero se arraiga en lo urbano – el silencio de un piso vacío al mediodía se vuelve catedral íntima.
Agua: memoria líquida
El agua aparece como corriente purificadora que conecta Extremadura y Madrid. En “RIO VACÍO”, el Manzanares arrastra “peces que no nadan / pensamiento sin sudor”, metáfora del éxodo rural. La ducha diaria se sacraliza: “De la ducha viene cayendo / un chorro divino caliente” transformando el gesto higiénico en bautismo laico.
Noche urbana como claustro
La oscuridad madrileña reinventa la “noche oscura” de San Juan de la Cruz. Farolas y neones sustituyen a cirios: “Noche cubierta de nubes / sendero en ausencia”. La vigilia en un piso de 20m² deviene celda monástica donde “Dios me acarició el cuello” entre el rumor del tráfico.
Ventana: umbral de lo trascendente
Este símbolo articula la dialéctica interior/exterior. En “CARICIA DEL VIENTO”, el marco arquitectónico se vuelve mediador: “En reja de la ventana / sin quererlo aparece / ondulado y sigiloso, / un viento inesperado”. La ventana conecta el espacio doméstico con el cosmos, actualizando el concepto de “moradas” teresianas.
Jardín: paraíso en asfalto
Los escasos espacios verdes urbanos se transfiguran en huertos místicos. El poema “EL JARDÍN” describe un solar abandonado como Edén recuperado: “Entre ortigas y rosas granates de terciopelo / limpiaba ese espacio, húmedo, mirando al suelo”. La maleza se convierte en zarza ardiente donde el poeta recibe su epifanía.
Cuerpo: cartografía espiritual
Becerra emplea la anatomía como mapa simbólico. En “CORRIENTE SUEÑO”, la piel deviene pergamino místico: “Dentro de los huesos y la piel / Expandido en todo el universo”. El acto de escribir se corporaliza – las manos que sostienen el lápiz son “raíces” que anclan al poeta a su verdad esencial.
Impacto de la estructura en la experiencia lectora
El viaje a través de las estaciones que estructura “PARA ELLAS PARA ELLOS” funciona como un espejo del pulso vital del lector contemporáneo. La división en Primavera, Estío, Otoño e Invierno no es mero formalismo – cada sección se convierte en estación emocional donde uno reconoce sus propias crisis y renacimientos. Al avanzar, se experimenta esa paradoja íntima de sentir que se lee un diario ajeno que inexplicablemente habla de la propia vida.
Los poemas fechados actúan como faros en este viaje. Cuando el lector encuentra “7 DE AGOSTO” o “25 DE FEBRERO DE 2022”, se produce un efecto espejo: las fechas personales del lector empiezan a resonar con las del texto, creando una ilusión de diálogo temporal. La alternancia entre versos cortos que impactan como haikus (“MATAR EL TIEMPO / ES UN ASESINATO”) y poemas extensos que fluyen como meditaciones (“MI MORADA DE PROSA”) replica el ritmo respiratorio humano – inhalaciones breves de lucidez, exhalaciones prolongadas de introspección.
La inclusión de elementos híbridos como el relato en prosa posiciona al lector en ese territorio fronterizo donde la vida cotidiana se transfigura. Al pasar bruscamente de la concisión lírica a la expansión narrativa, se reproduce la experiencia urbana moderna: instantes de epifanía interrumpidos por el flujo de conciencia del día a día.
Arquitectura temática y progresión
El poemario teje una red de motivos que crece en densidad conforme avanzan las estaciones:
La Primavera arraiga en lo telúrico – memorias de infancia (“MI TITO”), símbolos rurales (la bicicleta, los campos de Extremadura) y primeros destellos místicos. Es la estación del despertar, donde el autor planta las semillas de lo que germinará después.
El Estío explosiona en contradicciones: la luz cegadora de Madrid contrasta con noches de introspección (“MENDIGO”). Aquí emergen los grandes conflictos – la soledad urbana, la espiritualidad combativa, el choque entre herencia rural y presente metropolitano. Los poemas se cargan de imaginería eléctrica (“ÁTOMOS”) y ritmos sincopados que imitan el pulso acelerado de la ciudad en verano.
El Otoño profundiza en la herida y la curación. La estructura se fragmenta – poemas breves como “ENVIDA” coexisten con largos ejercicios de catarsis (“VOLCÁN”). Es la estación del despojo, donde se desnudan traumas familiares y se inicia el diálogo abierto con la tradición mística (“LA SANTA”).
El Invierno culmina en síntesis: lo personal se universaliza. Poemas como “CIELO ABIERTO” trascienden la anécdota biográfica para convertirse en cantos comunitarios. La estructura se serena, adoptando formas litúrgicas (“SALMO”) que sugieren haber encontrado un centro en el torbellino.
Esta progresión estacional crea un efecto de trascendencia escalonada: de la tierra extremeña al asfalto madrileño, del yo biográfico al nosotros espiritual. El lector termina el libro sintiendo que ha completado un ciclo vital completo, listo para recomenzar.
