ALEX ROMERO DE LA OSA DÍAZ presenta su obra maestra: VER ES PARA CIEGOS

OTRA VUELTA A LA LUNA NO ME HARÁ DAÑO…

Bueno, y se acabó. “Se nos acabó el chollo” como supongo que se dice ahora.

Se acabó lo que denominábamos “nosotros” ese tú y yo que nunca fue nada para ti.

Tenía miedo de mirarte a los ojos, no fuese a ser que nuestras chispas chocasen y nos alejasen más de lo que ya estábamos.

Tenía miedo de besarte, porque algo me decía que iba a ser la última vez.

Y aunque tenía miedo, lo hice, porque contigo superaba los miedos, nadaba mares, dividía las montañas y hasta enfriaba el Sol, Marte ¡lo que tú quisieras!

Y tú por mí ni dabas la hora, ni andabas siquiera dos pasos, ni levantabas la cabeza sólo para poder observar Venus mientras yo subía hasta la Luna y le daba mil vueltas para esperarte.

Pero ya no, ya no te voy a esperar más. Así que déjame en paz, me voy a cambiar de planeta para dejar de pensar en tus ecosistemas, tus estrellas que se alineaban para curvarse y convertirse en una maravillosa sonrisa…

Ya sabes, tonterías. Como acordarme de tu boca y la mía, chorradas.

Ya se nos acabó el chollo, se acabó todo lo que hubiese podido ser, pero no era nada, absolutamente NADA.

10 MENTIRAS

Soy un monstruo.

Alguien que no merece amor.

A quien Dios ha abandonado y no merece su bendición.

Una persona que tiene que rendirse, como el tanto por ciento de las personas “como él”.

Una aberración.

Algo repugnante a lo que, a veces, es complicado llamarle persona.

Solo una figura para reírse de su cuerpo y opinar como si fuese un muñeco.

Una burla continua.

El chiste en clase y las llamadas anónimas llenas de insultos.

Alguien que un día tratas con respeto y al siguiente te ríes de él,

y no pasa nunca nada.

10 mentiras que he recibido a lo largo de estos años

y no, no soy un monstruo,

soy transexual.

Y ya no tengo miedo.

EL DEMONIO Y YO DADOS DE LA MANO

La cara roja cuando apretabas el cuello.

Los brazos molidos cuando me retenías.

Las heridas cubiertas, sintiendo que metes el dedo para hurgar en ellas.

Cada vez que me tocabas, una arcada.

Cada vez que mentía, una lágrima.

La marca de tu mano en la pierna que, aunque los demás no la ven, lleva ahí años.

Los ojos cansados, la mente nublada y el corazón a punto de salírseme del pecho.

Cuando la puerta se cerraba, sabía que tendría al demonio frente a mí esperándome impaciente con su tridente y su látigo.

La culpa a los hombros, a veces todavía la siento.

La tortura reflejada en los ojos, pero nunca en la sonrisa.

Hasta que dejé de pagar el alquiler en el infierno.

Puede que tuviese el demonio conmigo, pero no era mi amigo y mucho menos mi familia.

LETRAS SANGRIENTAS

Me empeñé en leer un cuento que nunca estaría escrito para mí.

Cada vez que pasaba una página, me arrancaba los dedos y teñía las letras de sangre.

Las palabras se volvían espinas, y cada letra se me clavaba más profundo,

pero no podía parar, no podía cerrar el libro.

Tenía que saber de qué hablaban esos chicos con los que nunca encajaría.

Con cada párrafo, mi mundo se destruía, como si las letras me alejasen cada vez más de ellos.

Y así, con dedos ensangrentados, seguí leyendo, deseando entender a aquellos chicos y, en el proceso, entender quién era yo en medio de tantas burlas.

Todo esto para darme cuenta de que me había equivocado de cuento.

ALEX ROMERO DE LA OSA DÍAZ: el poeta de VER ES PARA CIEGOS que redefine la lírica contemporánea